“Cuando tenía nueve años de edad, mi padre me casó con un anciano que tenía 78 años”, explica Younis, ya que los recuerdos de su experiencia desgarradora aún están frescos. “Fui a su casa y me quedé con él una semana”.
“Él me dijo que sería una esposa, pero yo simplemente era inocente, quería ir a la escuela. Pero ese hombre quería que yo fuera su tercera esposa. Le dije que no sería su esposa y me golpeó con una vara”.
“Luego me enteré de una mujer que ayuda a las niñas. Llegué de Baragoi descalza, ni siquiera tenía zapatos ese día. Llegué a Maralal… Kulea me llevó a la oficina de las niñas, ella me rescató”.
Hay otras ocho niñas como Younis en el internado; todas han sido llevadas a un lugar seguro por Josephine Kulea y su Fundación Samburu para Niñas, relató.
Para estas niñas y otras 200 a lo largo de Kenia, Kulea es la “mamá Kulea”. Cuando sus familias se rehúsan a tener algo más que hacer con ellas, ella toma el lugar de sus madres.
Kulea está luchando contra las tradiciones culturales Samburu con las que creció. Ella dice que comenzó a preguntarse qué estaba pasando en su comunidad después de haber asistido a internados y de haber estudiado una carrera en enfermería en una parte diferente del país.