La bioquímica Natalia Rojas, aspirando al título de Magíster en Ciencias Biomédicas, presentó un trabajo de investigación que debe alertar a los organismos de control. El estudio se basó en carnicerías pequeñas, buscando específicamente la bacteria E. coli, y el resultado fue positivo en todas las muestras.
La mujer explica que se analizaron 24 carnicerías. Agregó que tanto vendedores como consumidores no notan la presencia de este patógeno en la carne, ya que no se nota a simple vista. “Vos no ves el riesgo ahí presente”, insistió.
Los efectos que este microbio puede producir en el ser humano van desde una diarrea simple hasta un síndrome urémico hemolítico. Y, si bien la bacteria se encuentra en el intestino del bobino, llega hasta la carne debido a un mal procedimiento durante la faena o manejo del alimento.
En contrapartida, esta bacteria se elimina en temperaturas superiores a 70 grados. “Con una buena cocción de la carne en la casa, se asegura que no haya infección”, reveló.
“Nuestro objetivo principal fue siempre desarrollar métodos de control en la industria cárnica, que permita una detección rápida de esta bacteria para la toma de decisiones”, aseveró Rojas.