La plaza del Santuario y las calles vecinas se colmaron de fieles en el horario de la misa matinal. Los empujones y las largas filas ya tradicionales se volvieron a repetir como si ya se tratara del 8 de diciembre. Más de un fiel que estuvo presente en la misa del papa Francisco en Caacupé dijo que este fin de semana la afluencia fue mayor.
Los que pasaron las de Caín fueron los peregrinos que formaron fila de media hora y hasta una hora bajo el sol para llegar hasta el altar y colocar su mano en la gruta de la Virgen.
El acceso hasta el altar de la Virgen está habilitado luego de la misa de las 7.00 hasta las 11.00 y luego se habilita durante toda la tarde hasta la misa de las 19.00.
El voluntario de hospitalidad Pablo Maidana dijo que es difícil contener a la gente que se atropella para llegar más rápido aunque haya control, barreras y cordones.
Desde Ciudad del Este, llegó Estela Fariña para pedir un milagro a la Virgen. Como ella sufrieron para acceder miles de peregrinos. Otros optaron simplemente por ingresar al Santuario.
Conforme transcurrían las horas, los peregrinos seguían llegando en masa, arribando desde distintos puntos del país. Numerosas familias llegaban a pie cumpliendo así su promesa. Otros lo hacían en bicicleta, en auto, en buses, carretas y hasta sobre zancos, como un grupo de artistas que subió a los palos y comenzó a peregrinar desde Kurusu Pablito hasta la Basílica de la Madre de los Milagros.
Muchos niños, adultos mayores, pero sobre todo jóvenes fueron arribando desde la cruz del Peregrino a paso lento para alcanzar la hora de la serenata que se ofreció en honor de la Virgen Azul, patrona de todos los paraguayos.
Es de todos. La Basílica es de los peregrinos no solo durante el novenario y en el Día de la Solemnidad de la Virgen. Desde hace dos años, el pueblo de Caacupé dejó de bautizar a sus bebés, casarse o recibir el último adiós en la casa de la Virgen.
El padre Luis Saldívar destacó que esta concesión del pueblo no fue simple, que costó, pero cedieron porque la Virgencita es de todo el Paraguay. Ahora los bautismos, primeras comuniones y otras actividades de la comunidad se celebran en la parroquia Virgen de Caacupé.