Un buen confesor tiene que ser “un hombre de discernimiento”, sobre todo cuando se encaran “trastornos espirituales reales”,aseveró el pontífice, de 80 años, ante un grupo de clérigos que participó en un curso de la Penitenciaría Apostólica, uno de los tres tribunales del Vaticano.
“En cuanto el confesor confirme la presencia de disturbios espirituales auténticos […] no deberá vacilar en consultar a los que están a cargo de este delicado y necesario ministerio, es decir, los exorcistas”, instruyó la máxima autoridad de la Iglesia católica, no sin advertir que estos “deben ser escogidos con mucho cuidado y prudencia” y solo después de haber descartado trastornos psíquicos con ayuda de las “ciencias humanas”.
El exorcismo es el acto de expulsar demonios o espíritus malignos fuera de las personas u objetos que son supuestamente poseídos por ellos. A pesar de que esta práctica en realidad no tiene una línea telefónica de servicio al cliente (del tipo 1-800-Exorcista) bajo el soporte del Vaticano, el Francisco ha insistido reiteradamente en la necesidad de combatir al diablo y los demonio. También ha expresado su apoyo a la Asociación Internacional de Exorcistas, que fue reconocida jurídicamente por la Congregación para el Clero del Vaticano en 2014.
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