Ese día, diecinueve terroristas suicidas de la organización terrorista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones en EU y los estrellaron, en su mayoría, contra objetivos civiles.
El balance de víctimas fue de 3.016 muertos (incluyendo los atacantes), 24 desaparecidos y más de 6.000 heridos, muchos de los cuales aún sufren secuelas.
Los ataques más mortales destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York -el World Trade Center-, contra las que se dirigieron sendas aeronaves, provocando el derrumbe de los rascacielos y el mayor número de víctimas.
Un tercer avión tuvo como objetivo el Pentágono y un cuarto cayó antes de llegar a su meta -posiblemente, el edificio del Congreso de EE UU- debido a la acción del pasaje, que se rebeló contra los secuestradores al percatarse de sus intenciones. Nunca antes en su Historia el país había sufrido un ataque de tal envergadura, puesto que la mayor parte de las víctimas fueron civiles.