¿Sádico o salvador?: quién fue J. Marion Sims, el médico que hizo cirugías vaginales sin anestesia en esclavas, pero es considerado el “padre de la ginecología moderna”

Lucy, Betsy y Anarcha. Estos son los únicos tres nombres que se conocen de las al menos 11 esclavas negras que operó sin anestesia el cirujano estadounidense James Marion Sims entre 1845 y 1849, en una clínica improvisada en su jardín, muy cerca de plantaciones de esclavos en Montgomery, Alabama.

Sims, que nació en Lancaster County, Carolina del Sur, en 1813, describe en su autobiografía que en repetidas ocasiones las mujeres eran colocadas sobre una mesa, apoyadas sobre sus rodillas y codos, sin ropa, sostenidas por otros hombres, mientras él les introducía elementos en sus vaginas para practicar cirugías experimentales.

J. Marion Sims es considerado el padre de la ginecología moderna.

Todo esto ocurría sin anestesia. Y en el contexto de la esclavitud, presumiblemente sin su consentimiento.

Sims es señalado por algunos como “cruel”, “sádico”, “poco ético” o “racista”, mientras que la historia de la medicina lo ha considerado “el padre de la ginecología moderna, por sus aportes a la obstetricia y por los avances médicos que beneficiaron directamente a las mujeres.

Y hoy, una estatua de Sims en el Central Park de Nueva York, que en los últimos días ha visto pasar creativas y rabiosas protestas, y a la que el fin de semana pasado se le estampó la palabra “racista” con aerosol, canaliza la discusión sobre su figura en Estados Unidos.

La estatua del cirujano James Marion Sims fue erigida en el Central Park de Nueva York en 1934. Desde hace varios años distintos grupos de activistas, médicos e historiadores han pedido su retirada.

“Lo que hizo Sims no está bien. No se puede abusar de la gente para conseguir un avance médico”, le dice a BBC Mundo la historiadora y experta en ética de la medicina Harriet A. Washington.

No se puede sacrificar cruelmente a un pequeño grupo de personas sin poder para beneficiar a otro grupo de personas muy poderosas. Eso no es defendible éticamente ni tampoco es un acto heroico”, agrega la autora del libro Medical Apartheid, que expone una tradición de explotación de afroestadounidenses para fines médicos en EE.UU.

Por su parte, el profesor de ginecología y obstetricia de la Universidad Washington de San Luis, Missouri, Lewis Wall, afirma que Sims hizo “muchas contribuciones a la medicina moderna”.

“La posición usada por Sims -descrita al principio de esta nota- para el examen médico es todavía ampliamente usada en Reino Unido. Hizo lo que se conoce como el espéculo de Sims, para observar las cavidades corporales, y fue pionero en la investigación y tratamiento de la infertilidad”, dice Wall.

Una afroestadounidense de nombre Anarcha fue una de las mujeres que fueron sometidas a los procedimientos experimentales de J. Marion Sims.

“Pero su más famosa e importante contribución fue el desarrollo de una técnica consistente para reparar la fístula de vagina, que era una herida catastrófica causada por una prolongada obstrucción durante el parto”, agrega el reconocido cirujano de reconstrucción vaginal.

Justamente Lucy, Betsy y Anarcha -y las otras esclavas- tenían en común que padecían de fístula vaginal y por eso fueron llevadas por sus dueños a que las viera Sims para que las curara. O “reparara”, si se lee desde el lente de la función netamente laboral y reproductiva de un esclavo en Estados Unidos durante el siglo XIX.

Una enfermedad incurable

La fístula vaginal es una ruptura entre la vagina y la vejiga por la que se filtra orina sin ningún control -y a veces heces, si involucra al recto-, causada la mayoría de las veces por trabajos de parto prolongados, para los cuales una cesárea en la época significaba prácticamente una sentencia de muerte para la madre.

Así que una gran cantidad de mujeres, blancas y negras, acababan padeciendo una fístula vaginal si se complicaba su alumbramiento.

Y hasta el 1849, cuando Sims logró desarrollar una sutura efectiva para remediarla, era considerada tan miserable como incurable.

“Por mujeres afectadas hoy en día con fístula vaginal corroboramos que son completamente miserables. Orinan 24 horas al día, tienen úlceras en sus genitales, en algunos casos la vejiga se voltea, mojan por donde van, dondequiera que se sienten. Es desagradable estar a su alrededor. Tienen que lidiar con unos problemas de higiene increíbles”, le explica Wall a BBC Mundo.

El espéculo vaginal que se usa en la actualidad fue desarrollado en primera instancia por el doctor J. Marion Sims.

“Más allá de practicar experimentos extraños sobre estas mujeres, todo lo que hizo Sims tenía el objetivo terapéutico de sanar sus heridas, lo que yo pienso que es una causa legítima para la investigación médica e innovación tecnológica“, enfatiza Wall, que es autor de varios estudios médicos sobre Sims.

Mujeres negras inservibles

“Era devastador socialmente. Una mujer afectada con esto no podía salir a la sociedad así. Y las mujeres esclavas afectadas por esto no servían para trabajar. Así que era un gran problema en el sur”, agrega Washington, refiriéndose a una región de EE.UU. en donde un tercio de la población eran esclavos que trabajaban en pequeñas y grandes plantaciones.

La historiadora médica asegura que durante esa época la fístula vaginal afectaba mucho más a las mujeres negras que a las blancas.

“Teorías de Sims de la época indican que la razón era que las mujeres negras tenían más sexo que las blancas y que no eran limpias. Por supuesto que eso no es verdad. La verdadera razón es una cosa que se llama hambruna“, subraya.

“La nutrición de las esclavas era realmente mala así que sus pelvis eran más pequeñas porque sus huesos no se formaban bien. Además, tenían hijos temprano y con frecuencia”, explica la médica ética de la Universidad de Harvard.

¿Por qué operó a las esclavas sin anestesia?

Sims escribió en su autobiografía sobre Lucy: “Era antes de la época de los anestésicos y la pobre chica, sobre sus rodillas, aguantó la cirugía con gran heroísmo”.

Los anestésicos en las cirugías comenzaron a usarse hasta mediados del siglo XIX y fueron extendiéndose en la práctica médica de manera paulatina.

Pero también “su agonía era extrema”.

“Estaba postrada y pensé que que moriría”, escribió el médico pocas horas después de confirmar que su primera cirugía había fracasado y al haberle realizado una segunda, aún estando muy inflamada.

Sobre Anarcha se sabe que llegó a sus manos a los 17 años después de un parto de tres días y que, en un lapso de cuatro años, Sims le hizo 30 cirugías experimentales sin anestesia, hasta que en ella misma logró la técnica adecuada para cerrar las fístulas, usando una sutura de plata.

La anestesia con éter fue usada con éxito en octubre de 1846, es decir, casi un año después de que empezó a operar a estas mujeres. Y aunque Sims sí les dio opio a las tres esclavas, sólo lo hizo para su recuperación, no para minimizar su dolor durante las cirugías, según relató él mismo en sus diarios.

En 1853, el médico dejó Alabama y llegó a Nueva York para fundar el primer hospital de mujeres de Estados Unidos. Y allí, aplicó en mujeres blancas con anestesia lo que desarrolló durante más de 4 años experimentando con mujeres negras sin anestesia, lo que para sus críticos demuestra su racismo.

Y en un contexto más amplio, es un testimonio del sistemático uso de afroestadounideses como sujetos de experimentación médica.

La autobiografía de Sims, disponible al público en los archivos del Congreso de EE.UU., incluye detalles de algunos de sus experimentos médicos. Los nombres de Lucy, Betsy y Anarcha son los únicos tres mencionados de las esclavas negras que operó buscando cerrar la fístula vaginal.

“Una de las mayores teorías médicas sobre los afroaestadounidenses era que no sentían dolor o al menos no sentían dolor como los blancos. Una creencia muy conveniente si quieres abusar de ellos durante la cirugía”, dice Washington al asegurar que Sims estaba permeado por esa teoría.

Sin embargo para Wall el contexto en el que vivió Sims habla a su favor.

“No tenemos una apreciación real de cómo era una cirugía antes de que la anestesia se convirtiera en parte de una operación. Todo el mundo reconocía que había dolor en la cirugía y el dolor era a menudo considerado como una cosa positiva por los médicos en el siglo XIX”, señala Wall.

El alcalde de Nueva York prometió revisar el caso de la estatua del doctor J. Marion Sims tras las peticiones de que sea retirada.

“No creo que Sims haya infligido deliberadamente dolor a sus pacientes, creo que estaba tomando una decisión terapéutica, de arriesgarse para beneficiarse, como hacen los médicos en todo tipo de circunstancias hoy”, dice.

“Puede haber una controversia pero no necesariamente un descuido ético”.

La estatua en Central Park

La estatua de J. Marion Sims queda en el emblemático Central Park, justo frente a la Academia de Medicina de Nueva York (NYAM, por sus siglas en inglés), de la que Sims hizo parte. También está ubicado en el barrio Harlem, donde vive una de las mayores comunidades afroestadounidenses de la ciudad.

Pero la NYAM le explicó a BBC Mundo que la estatua no les pertenece y que ellos mismos han pedido varias veces que retiren el monumento. La última vez fue esta semana con una carta dirigida a Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, ciudad donde murió Sims en 1883.

Esta semana, De Blasio pidió 90 días para evaluar qué estatuas de Nueva York podrían ser retiradas por herir la sensibilidad de la ciudadanía, en respuesta a la violencia desatada en Carolina del Sur cuando grupos de supremacistas blancos y neonazis protestaron ante el retiro de estatuas de soldados confederados que durante la Guerra Civil defendían la esclavitud.

Tanto Lewis Wall como Harriet A. Washington responden con contundencia sobre qué debería pasar con el Sims de bronce del Central Park.

“Si tuviera que decidir, dejaría la estatua y erigiría otra en paralelo a su lado de las tres mujeres, Betsy, Anarcha y Lucy, que fueron sus primeras pacientes con estas lesiones y perseveraron con él”, opina Wall.

“Pero me gustaría enfatizar que el debate sobre Sims es una lucha por la historia pasada. Más bien es mejor llamar la atención sobre la persistencia de este problema (la fístula vaginal) en muchas partes pobres del mundo, como África, Afganistán, Nepal, donde miles de mujeres están afectadas por malas prácticas. Es ahí donde debería estar el foco de atención y no en una estatua en Central Park”, sugiere el también profesor de antropología.

Recientemente se hizo viral esta fotografía de la protesta de la organización Black Youth Project, exigiendo el retiro inmediato de la estatua de Sims de Nueva York.

“Tenemos que entender que una estatua no es un documento histórico. No se ha erigido para narrar la historia. Yo estoy a favor de la verdad y esa estatua es una mentira. Debe irse”, dice con contundencia Washington.

“Ahora, en un mundo perfecto, si vamos a tener un monumento a esto, tengamos un monumento que diga la verdad. Un monumento que celebra a las mujeres y las retrata como las víctimas, del dolor que sufrieron cuando este avance médico entró llegó al mundo”.

 

Con información de BBC MUNDO.

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