A la humanidad le ha costado mucha sangre y dolor superar el predominio de los déspotas y el furor de las multitudes. Pasaron siglos de sufrimiento e injusticias para que por fin ahora, podamos cobijarnos bajo los valores de la democracia y el amparo de las instituciones. El Paraguay -aún con deudas pendientes- pudo aproximarse también a algo parecido a lo que prevalece en la mayoría de los estados del universo, aunque de tanto en tanto, algunos reticentes recuerdan la vieja costumbre de apegarse a los hombres providenciales o justificar el poder de las masas vociferantes. Porque ahora, con la pretensión de que nos confiemos a lo que “la gente (amIga) decida”, algunos desubicados quieren re editar la grotesca caravana que en un tiempo nefasto, acudía en tropel hasta el palacio de López para entonar la vieja canción de la “unidad granítica”, de manera que el “líder único” aceptara el “sacrificio” de un nuevo mandato, con otra melodía parecida a la que actualmente se esgrime para justificar una re elección imposible: “porque el pueblo lo pide”.
Si fuera así. Si se convoca a la movilización para lo “justo” o arbitrario, si la Democracia es fogoneada por “presiones populares” o encuestas amañadas, deberíamos preguntarnos ¿para qué entonces gastar tanto dinero en el sostenimiento del Estado? ¿Porqué no dejamos simplemente que “el pueblo” -como en una piñata- pellizque del presupuesto nacional lo que necesite para solucionar sus problemas o concretar sus ambiciones? ¿Porqué solamente operadores políticos, amantes, parientes, amigos y correligionarios, beneficiarios todos del voraz tráfico de influencias que deja a los hospitales sin insumos y a la educación sin aulas?
Si las “redes sociales” o las “movilizaciones populares”, marcarán nuestro destino … ¿para que necesitamos un Estado? Con una SEAM inoperante mientras nuestros bosques siguen depredándose a mansalva! ¿Porqué una Contraloría que no controla o una Fiscalía que no investiga ni imputa a nadie investigado? ¿Porqué una Secretaría de la Función Pública si el más eficaz documento para pertenecer al padrón de funcionarios del Estado, sigue siendo la recomendación de un político? Y si el Presupuesto ES para que el Estado funcione … ¿porqué el cuantioso dinero a ONG’s que dicen atender problemas que el Estado se omite de solucionar?
Finalmente: el pueblo DECIDIÓ cuando delegó su voluntad en un colectivo de ciudadanos que debatieron y aprobaron una Carta Magna. Esta es de cumplimiento obligatorio y merced a ella, el pueblo decide -TAMBIÉN- con su voto el nombre de quien tenga que gobernarlo por cinco años, ni un día más. El pueblo decide, quiere y espera que el Estado Nacional solucione sus problemas o atenúe el rigor de las carencias que sufre. El pueblo quiere (porque hasta ahora y en realidad NO DECIDE NADA) que el peso de la ley caiga sobre todos los ciudadanos que quebrantan las leyes. Y si debe haber diferencias en la adjudicación de penas y castigos, que primero caiga la Ley sobre los que deben dar ejemplo de probidad y decencia, pero se escudan en fueros y presiones indignas para evitar que la Justicia opere debidamente.
Puede que existan falencias en este sinuoso trecho que llevamos hacia una mejor Democracia (mejor quiere decir más útil); pero todos sabemos que un Estado de Derecho contiene los mecanismos y medios para normar los procedimientos, dirimir las controversias y poner límites al poder. Lamentablemente, las ambigüedades y dudas de nuestro proyecto democrático, han hecho suponer a algunos, que tales “debilidades” pueden ser resueltas por fuera de los mecanismos institucionales. Que los inventos semánticos pueden adquirir supremacía sobre el castellano claro y preciso de la Constitución Nacional. Que los ideales y el sentido del honor sean letra muerta frente a la voracidad sin límites de los que “van por todo” -como antes- porque según ellos, “el pueblo lo pide”.
¿Y la re elección? Que se la contemple como una posibilidad a ser revisada cuando no tengamos interesados a la vista. Que se la estudie -como necesario será la consideración de otras reformas- como un mecanismo posiblemente útil para el funcionamiento del estado, tanto como para consolidar la acción de gobierno o de las instituciones de la República. Mientras tanto, apliquémonos a cumplir los plazos y mandatos establecidos en la Carta Magna. Sólo eso.
Por Jorge Rubiani.