En ese sentido, Morínigo aseveró que la dexametasona se utiliza como antiinflamatorio potente e inmunomoduladores, descartando que se trate de un antibiótico. “Mayormente se usa como ayudante a una terapia instaurada para un fin”, subrayó en contacto con La Unión, citando como ejemplo casos como asma, lumbalgia, contracciones musculares, terapias antirechazo de trasplantados y procesos oncológicos agudos, entre otros procesos.
En el caso del COVID-19, dijo que puede utilizarse en la tercera fase de la enfermedad, en la que se produce una hiperinflamación en el cuerpo y la respuesta inmune es desmedida, provocando así un daño severo. “Se lo puede usar como un modulador de esa respuesta exagerada, que por lo general pasa en el 5% de los pacientes”, señaló.
Morínigo aclaró que este fármaco no debe ser consumido de manera repentina y en grandes cantidades, debido a que podría subir la presión arterial, también el nivel de azúcar, retener líquidos y síndrome de Cushin (conocido también como hipercortisolismo). También puede causar joroba, calvicie y reducir defensas.
El exministro de Salud señaló que la hidroxicloroquina puede usarse contra el coronavirus pero recién en la segunda fase, no como preventivo, a diferencia de lo que varios gobierno y líderes políticos sostienen. “Ese es para los que requieren internación y tienen alguna afectación pulmonar”, indicó.
En cuanto a la primera fase, es decir, cuando la persona contrae el virus, indicó que no se le administra nada, sino simplemente aislamiento social o, en casos excepcionales, deberá consumir algún antiinflamatorio.