El ministro de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez, dijo en un comunicado que los perjuicios del derrame recaen sobre “las personas y negocios que viven de manera directa e indirecta del turismo”. Durante la semana el gobierno indicó que al menos 21 playas estaban contaminadas de crudo.
“En una temporada normal, entre enero y marzo, se movilizaban 5 millones de personas a las playas afectadas”, indicó Sánchez. Añadió que la pérdida económica “es inmensa y bordearía alrededor” de 52 millones de dólares.
Sánchez precisó que la cadena del turismo “ha sido dañada letalmente” y relató que “una serie de negocios lo están perdiendo todo. Es el caso de hoteles, restaurantes, agencias de viaje, operadores turísticos, sombrilleros y otros, miles de empleos se están afectando”.
El sábado, bajo un sol intenso, trabajadores vestidos con trajes blancos y botas extraían el petróleo acumulado en la playa Cavero, una de las más afectadas. Los obreros habían colocado más de una decena de barriles vacíos que llenaron de crudo que luego enviaban a una cisterna.
Un grupo de activistas también rescató varias aves marinas que no podían volar. El derrame ha sido calificado por el gobierno como el “peor desastre” ambiental de los últimos tiempos en la capital.
Hace una semana 6.000 barriles de petróleo cayeron en el mar de Perú, considerado uno de los más ricos del mundo por su biodiversidad. Las playas del litoral peruano frente a la capital lucieron casi vacías el sábado, constataron periodistas de la AP. “La gente no viene porque sabe que las playas están contaminadas”, dijo Juana Mamani, vendedora de dulces en la playa de Ancón.
La española Repsol dijo en la víspera que espera terminar a fines de febrero la limpieza de las zonas afectadas por el derrame petrolero frente a su refinería en Perú, mientras que el país prohibió zarpar al buque italiano desde el que se descargaba el crudo al momento en que azotó un fuerte oleaje atribuido a una erupción volcánica submarina cerca de Tonga.
Con información de The Associated Press.