“Mi can amigo” complementa el cuidado de niños y adolescentes con cáncer

“La canoterapia no viene a suplantar ningún tipo de terapia ya establecida en el hospital, al contrario, viene a acompañar y a optimizar lo que se viene trabajando”, cuenta Diego Torres, creador del proyecto “Mi can amigo”, que los lunes y viernes de 9 a 11 horas llega a niños, niñas y adolescentes en tratamiento en el Instituto Nacional del Cáncer (INCAN), Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, así como a hijos de pacientes.

“En el contacto con el perro, el chico consigue un estado emocionalmente más alto, se siente querido por el animal; puede distraerse, sale a caminar, hace actividad física, socializa con los demás pacientes. Promovemos ejercicios de estimulación tanto física como sicológica, el beneficio se ve en el instante, el sitio se transforma con el encuentro del chico y el perro,” cuenta Torres, quien trabaja acompañado por su hermana Delia con el protagonismo de dos perros labradores y un cachorro golden retriever.

UNA HISTORIA PERSONAL

Este proyecto, emprendido con la Dirección General del INCAN, nace en una historia personal de Diego: “La canoterapia comenzó conmigo. Viví algo que me dio el motor para impulsar ´Mi can amigo`. Conviví con la depresión durante mucho tiempo. Mi experiencia con los perros fue en la parte emotiva, afectiva y emocional. Ellos en varias ocasiones me mostraron contención, no me sobre-exigían. Una vez que yo superé la depresión me entró la curiosidad y comencé a investigar cual fue el impacto que tuvo el perro en mí. Ahí me encontré con mucha información, no sólo de pacientes con depresión sino que el abanico era tan grande que se podía aplicar a varios tipos de enfermedades y de terapias. Fui consultando con organizaciones que trabajan en canoterapia en otros países y viendo como yo podía ser un nexo para que esto se aplique a Paraguay”, sostiene.

MI CAN AMIGO

Pía, la labradora negra que ayudó a Diego en su lucha contra la depresión volvió a ser protagonista de una nueva historia. Primero, Jorge expuso a Pía a distintas situaciones para ver si podría soportar estímulos múltiples. Y una vez más, ella estuvo a la altura de las circunstancias. Fue así que Diego y Delia fueron probando la experiencia en distintos lugares y después diseñaron un proyecto: venir con “Mi can amigo” al INCAN. “Entramos en contacto con el Doctor Julio Rolón, que compartió nuestra visión. Eso es lo bueno, que no me haya quedado con mi sueño. Así pude encontrar a alguien que creyó en él”, relata Diego, mientras una nueva jornada de canoterapia tiene lugar en el aula hospitalaria del Ministerio de Educación y Cultura, en el INCAN.

QUE MÁS GENTE SE SUME

Delia Torres es Licenciada en Fonoaudiología, y Diego Torres, Licenciado en Ciencias de la Educación y cursa el último año de la carrera de fisioterapia. “El sueño es que se replique en otros hospitales y que la gente se adhiera. Un proyecto de canoterapia para niños implica tiempo, capacitación, infraestructura, movilización, cuidar a los perros… Vamos a necesitar gente que se sume,” finaliza Diego.

 

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