En tanto, en Venezuela, miles de trabajadores se manifestaron en reclamo de un aumento del sueldo mínimo casi 14 meses después del último incremento y en momentos en que la mayoría no puede satisfacer sus necesidades básicas.
Arce caminó varias cuadras junto a Juan Carlos Huarachi, líder de la Central Obrera (COB), y ambos participaron de una concentración en una plaza que tuvo un tinte oficialista. En paralelo, los maestros estatales enfrentados con el gobierno desde hace seis semanas marcharon por otras calles.
Arce llamó a la “unidad de los trabajadores en torno a la COB para contrarrestar a quienes pretenden dividirla” y dijo que su gobierno “es fuerte porque los sindicatos son fuertes”.
El gobierno afronta un complicado panorama económico por la escasez de dólares, la caída de las exportaciones de hidrocarburos, el millonario subsidio a la gasolina importada y una merma en las reservas internacionales.
Los maestros estatales demandan mejores salarios y la contratación de más profesores y el diálogo con el Ministerio de Educación ha sido infructuoso hasta ahora. El lunes 10 maestros se ataron a cruces de madera en la sede del sector y otros dirigentes se han declarado en huelga de hambre para reclamar atención a sus demandas.
A pesar de estar afiliados a la COB los maestros denunciaron que esa organización no los representa.
El aumento del 5% elevó el salario mínimo a 2.362 bolivianos, equivalente a 340 dólares. La ministra de Trabajo, Verónica Navia, dijo que el incremento busca compensar la inflación del año pasado que fue de 3,2%.
Por su parte, los empresarios señalaron que el aumento llega en momentos de incertidumbre económica y afirmaron que subirá el desempleo. La falta de empleo formal empuja a mucha gente -incluso con formación universitaria- a buscar ingresos en la economía informal. Según expertos de cada 10 trabajadores, ocho no están registrados.
“Todo está caro, todo sube; el aumento no compensa”, dijo a The Associated Press Margarita Pinel, un ama de casa que hacía compras en un popular mercado de La Paz.
En Caracas los manifestantes portaban carteles con lemas como “¡Salarios y pensiones dignas ya!” y muchos coreaban la consigna “No es Bloqueo, esto es saqueo”, en alusión a las sanciones estadounidenses a las que el gobierno de Nicolás Maduro suele atribuir la crisis económica que azota al país.
Unos 1.000 trabajadores intentaron llegar a la sede de la Fiscalía General para expresar su preocupación, pero la policía antimotines les cerró el paso apoyada por camiones blindados.
En marzo del año pasado Maduro elevó el salario mínimo a 130 bolívares al mes, equivalente entonces a unos 30 dólares y actualmente a 5,25 dólares. En la práctica apenas alcanza para comprar un kilo de arroz, una docena de huevos y un kilo de azúcar.
“Nos dicen que no pueden aumentar la pensión por las sanciones, que no hay cómo; pero si hay muchos dólares para robar”, dijo a AP Isabel Montilla, una jubilada de 67 años, que marchaba por Caracas de la mano de una de sus nietas.
Como suele ocurrir en Venezuela cada 1 de mayo desde 1999, cuando el fallecido presidente Hugo Chávez asumió el poder, también hubo marchas de militantes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela y de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, una de las mayores agrupaciones sindicales pro-oficialistas.
Los partidarios del gobierno, muchos de ellos trasladados desde otras regiones, recorrieron dos de las principales avenidas de la capital venezolana gritando consignas contra “el imperio” y la “defensa de las conquistas sociales alcanzadas por Chávez y continuadas por Maduro”, su heredero político.
Por su parte, en la capital chilena hubo dos marchas: la tradicional y una convocada por la Central Clasista de Trabajadores de la que se desprendieron grupos de encapuchados que saquearon algunos locales, encendieron neumáticos y lanzaron bombas incendiarias a la policía.
Los incidentes ocurrieron en algunos puntos de la principal avenida de Santiago cuando ya había pasado la marcha oficial, con unos 2.000 participantes.
La Central Clasista de Trabajadores, fundada en 2018, se autodefine como “anticapitalista”. Durante la marcha que convocó el año pasado hubo desmanes y una joven reportera recibió una bala en su rostro. Murió 11 días después.
Con información de The Associated Press.