Él la invitó al baile por Navidad. Ella, sin dudarlo, aceptó. Era la confirmación de su nuevo amor. Ella creyó que esa era una buena oportunidad, además, para iniciarse en la bebida. Tomó de más, al punto de embriagarse y sufrir continuos espasmos seguidos de vómitos. Él, como buen caballero, la acompañó hasta su casa. La profunda gratitud que sentía hacia él por acompañarla dio paso al horror.
Thordis Elva era menor por entonces. Tenía 16 años. Tom Stranger, por su parte, ya había superado la mayoría de edad y se encontraba de intercambio en Islandia. Habían empezado a salir hacía poco tiempo, pero la relación avanzaba en forma ascendente. Cuando llegaron a la casa después de la fiesta, Tom la acostó en la cama, la desnudó y la violó. Ella no tenía fuerzas para intentar evitarlo. Solo resistió. Contó los segundos. “Desde esa noche, sé que hay 7.200 segundos en dos horas”, confesó.
El suceso fue en 1996. A los pocos días, la pareja se rompió y Tom regresó a Australia con una sensación rara en su cuerpo. Se quería convencer a sí mismo que aquello que había ocurrido era sexo y no una violación. “La palabra ‘violación’ no resonó en mi cabeza como debería. No se trataba de una negación consciente, sino que tenía prohibido el reconocimiento de la realidad”, comentó.
El episodio -no podía ser de otra manera- le produjo consecuencias severas a Thordis en los años que siguieron. Después de pasar nueve años con ataques y crisis nerviosas constantes, se animó a reentablar el contacto con Tom. A decirle que le había hecho un gran daño.
Thordis no esperaba una respuesta. Al menos no una respuesta del talante que recibió. Tom reconocía el abuso y estaba profundamente arrepentido. A la carta inicial le siguieron otros largos ocho años de correspondencia mutua en la que cada uno ofrecía su mirada sobre lo que había pasado esa noche. Por fin, acordaron un encuentro y se vieron en persona.
Ambos coincidieron. Tenían un mensaje potente que ofrecer a la sociedad. “Me crié en un mundo donde se enseña a las niñas que son violadas por alguna razón: ‘Su pollera era demasiado corta’. ‘Tenía una sonrisa muy grande’. ‘Tenía olor a alcohol'”. Por tal o cual motivo, siempre la responsabilidad se le asigna a la víctima. Reconocieron que su meta era desterrar esa asociación tristemente arraigada.
Thordis y Tom comenzaron a brindar conferencias sobre concientización sexual. La más famosa, la que los hizo recorrer el mundo, es una charla Ted llamada “Nuestra historia de violación y reconciliación”, en la que cuentan la experiencia de violación en primera persona. También sacaron un libro juntos llamado South of forgiveness. Sin embargo, la propia autora asegura que no busca ser modelo a seguir. “Nadie tiene el derecho de decirle a nadie cómo manejar su dolor más profundo o su error más grande”, dijo Thordis.
De acuerdo a los disertantes, su propuesta radica en sumar al hombre a la discusión. “La mayoría de la violencia sexual contra mujeres y hombres es perpetrada por hombres. Sin embargo, sus voces están sumamente subrepresentadas en esta discusión. Todos necesitamos estar aquí. Imagínense todo el sufrimiento que podríamos aliviar si nos atreviéramos a enfrentar este problema juntos”, concluyó, Elva.
Fuente: INFOBAE