Su oficio de herrero nació ya en el penal, donde lleva un total de 12 años. Pese al encierro, Pedro no se dejó vencer y aprovechó todas las oportunidades de capacitación que le brindó el Estado. Completó el ciclo educativo secundario bajo el programa del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), cursó panadería, artesanía de origami y electricidad domiciliaria, todos con el Sistema Nacional de Promoción Profesional (SNPP).
Fue el curso de herrería profesional, dictado también por el SNPP como programa de reinserción social del Ministerio de Justicia, el que le abrió las puertas a una nueva profesión. Desde hace cuatro años, trabaja en un taller acondicionado dentro del penal donde cuenta con un soldadora, taladro, pulidoras y tenazas elementales.
Lo suyo es organizarse entre los trabajos de herrería, los que realiza en el penal y los que le ocupan en su propio taller herrero, que cobra vida en un local alquilado del barrio Santa Librada, haciendo usufructo de su beneficio de transitoria, permitiéndole un hueco horario de lunes a viernes para salir de la penitenciaría.
“La gente tiene mal concepto de la cárcel. Tiene que servir para pisar tierra y el resto depende de cada uno. Yo casi no sentí el tiempo porque me puse a estudiar y a trabajar. Con dos talleres herreros y la cantina, ayudo a mantener dos familias, la de mis papás, y la que tengo con mi novia Maribel”, cuenta Pedro.
Cada día, el oficio aprendido lo pone más seguro de sí mismo. “Ahora ya tengo un trabajo independiente como herrero y voy ganando clientes que me recomiendan de boca en boca. Estoy actualizado con lo que se usa en hierro; hago desde rejas, portones, muebles, juego de sillones, asador al espiedo y hasta aparatos de gimnasio, porta planteras, braceros y parrillas para asado con soportes móviles y rueditas también. Con lo ahorrado, compré un camioncito y una moto para transporte”, contó animado el artesano que forma parte de la plataforma “Latente”.
Pedro nació el 29 de abril de 1984 en Colonia Independencia y creció con sus padres y cinco hermanos carpiendo el campo y alimentando chanchos y gallinas para un granjero. Tuvo momentos agradables con su familia, como los domingos de gran almuerzo, pero no se le vienen a la mente los juegos ni de niño ni de adolescente, porque nunca los tuvo. Los amigos que llegaron solo sumaron para cometer errores.
Remarca que no le enorgullece haber delinquido y quiere demostrar que cambió. “Le pido perdón a la gente que hice daño, fui muy inconsciente. Uno no piensa en esos momentos que, además, está dañando a su familia, que es el apoyo más grande”, concluye en su testimonio de vida.
Para consultas y pedidos de sus productos, puede contactarse al celular (0981) 910-713.
Con información de ip.gov.py.