Con el fin de desconcentrar al equipo brasileño, simpatizantes del Sportivo Luqueño llegaron a los alrededores del Hotel Bourbon para empezar a molestar a la delegación del Atlético Paranaense.
Primeramente los maleantes de Luque tocaron bocinas desde sus vehículos, otros tiraron petardos hasta que la Policía Nacional se percató de lo sucedido y enfrentó a los desubicados.
Se alistaron unos 100 uniformados, incluidos agentes Antimotines y de la Montada. Los guardias también dispusieron de un carro hidratante, en caso de que los enfrentamientos pasen a mayores. Durante la batalla entre polícias e hinchas, el cruce se iba dando con arrojada de piedras por parte de los luqueños, mientras que los agentes policiales lanzaban gases lacrimógenos y balines de goma.
La defensa de la Polícia Nacional fue determinante para controlar a los hinchas, de tal forma los policías ahuyentaron a sus rivales y la situación se normalizó. No obstante el comisario principal Julio Barrios, jefe de la Comisaría 3ª Central reportó la detención de los inadaptados.