“Después de estar en prisión más de la mitad de tu vida, nunca podés decir, honestamente, que te sentís libre”, señaló Shawn Whirl. Fue liberado luego que un tribunal estadounidense determinara que era inocente. Por una condena indebida estuvo 25 años preso.
Whirl fue acusado en 1990 de matar a un taxista de un disparo en la cabeza. Lo detuvieron y un policía lo torturó con un bastón y un manojo de llaves hasta que confesó. Durante el juicio, el acusado admitió el crimen para atenuar la condena y evitar la pena de muerte que rige en Chicago, Illinois.
La sentencia fue categórica: en 1991 le habían dado 60 años de cárcel a cumplir en la cárcel Hill Correctional Center de Galesburg. Estuvo detenido desde los 20 hasta los 45. El único inidicio que había sobre la autoría eran las huellas dactilares encontradas en el taxi.
A medida que pasaban los años, hubo muchas denuncias contra James Pienta, el policía que interrogó y torturó a Whirl, quien responsabilizó a sus abogados por ineficacia y por no haber llevado testigos que demostraran su inocencia.
Un tribunal de apelaciones determinó que el hombre que cumplía una condena había confesado por desesperacón y, por esa razón, no se lo podía mantener en prisión. Ya en libertad, Whirl ahora pedirá un certificado de inocencia y presentará una demanda por torturas y condena injusta.