EFE. La investigación, hecha a partir de un caso concreto de un paciente de Liberia, la han llevado a cabo entre el Ministerio de Salud del país africano, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta (EE.UU.) y el Ejército estadounidense.
La cadena de transmisiones comenzó con una paciente, todavía sin identificar, pero se sabe que es una mujer que vivía en una granja en cuyas inmediaciones se detectaron otros dos de los siete casos del brote de junio.
Los científicos descubrieron el diferente origen de ambos rebrotes, de marzo y junio, a partir del análisis del genoma del virus.
La forma en la que el virus se manifestó en junio presentaba escasa variación genética respecto a como era anteriormente, por lo que en los meses previos no se produjo alteración alguna, sino que era de nuevo el virus en su misma forma.
Este hallazgo subraya que existe riesgo del resurgimiento del virus del Ébola incluso después de que el brote de la enfermedad se dé por terminado.
Los primeros casos de ébola se remontan a diciembre de 2013, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la epidemia en marzo de 2014.
Desde entonces, se han registrado 11.300 muertes y 28.500 casos, aunque la OMS reconoció que estas cifras pueden ser menores por la poca fiabilidad de algunas pruebas y la falta de controles al comienzo del brote.
La enfermedad -que se transmite por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados- causa hemorragias graves y puede tener una tasa de mortalidad del 90 por ciento.