La historia de Seidu Soumaila es conmovedora. Este joven oriundo de Mali, de 19 años, logró escapar del tormento y cumplió su sueño. Fue torturado por el Estado Islámico y vio como asesinaban a su padre, pero actualmente es futbolista en Italia, a donde llegó a bordo de una precaria embarcación, como cientos de miles refugiados. “Quería tener una vida normal y hoy puedo tenerla gracias a Roma y al fútbol”, afirmó.
Seidu intenta forjarse un futuro más esperanzador apostando al fútbol gracias a la posibilidad que le ofreció el Trastevere Calcio, un club de la capital italiana que milita en la Serie D. Pero para llegar tuvo que atravesar muchos obstáculos.
“Me escapé en balsa. Eran tres y una de ellas naufragó. Nosotros fuimos rescatados y llevados a Cerdeña. Allí fue que comenzó mi nueva vida en Italia”, explicó.
Hace un mes y medio que escapó de la guerra y se entrena con el plantel del equipo fundado en el barrio homónimo en 1909, que actualmente lidera el Grupo H de la quinta división. El himno del Trastevere es “Bienvenidos al Paraíso”, canción de Antonello Venditti, casi una metáfora del destino de Seidu.
Antes de llegar a la tierra de sus sueños, atravesó el infierno. “Caí prisionero en Trípoli cuando intentaba embarcarme rumbo a Europa. Durante seis meses me molieron a golpes. Después, los soldados de las fuerzas regulares llegaron y me liberaron”, contó un joven que sobrevivió, paradójicamente, curtido por los estragos de la guerra en su Malí natal.
Él escapó de su país rumbo a Ghana cuando quedó solo. Había perdido a su madre y vio cómo mataban a su padre. Su nuevo destino lo contactó con el fútbol: “Cuando estalló la guerra yo tenía 12 años. Los tuareg de Al-Qaeda asesinaron a mi padre sólo para robarle las ovejas que tenía. Era pastor y ese día yo estaba con él y vi cuando lo mataron. Por entonces, ya había perdido a mi madre. Al quedar solo en este mundo, decidí irme a Ghana. Allí conocí a mis primeros amigos y también empecé a jugar seriamente al fútbol en un club bautizado como ‘Manchester City’ en homenaje al homónimo inglés.”
En Trastevere encontró la posibilidad de coronar ese sueño, pues fue inscripto para jugar en las divisiones inferiores, pero se le permite entrenarse también con el primer equipo.
Sus caminos se cruzaron cuando Seidu jugaba en una plaza con amigos del Albergue de Refugiados y su talento fue percibido de inmediato por Don Marco Gnavi, párroco de la basílica de Santa María. El sacerdote le sugirió a Pierluigi Betturri, presidente del Trastevere, poner atención en el joven futbolista africano. Quizás a modo de agradecimiento, hoy Seidu es monaguillo en la iglesia de Santa María, aunque aclara: “Soy musulmán, pero Dios es uno solo aún cuando cada religión lo llame con un nombre distinto”.
“Decidimos abrazarlo y esperamos que Roma llegue a formar parte de su corazón. Ojalá que este deporte sirva para que recupere la sonrisa y deje atrás toda la tristeza que lleva dentro”, afirmó Bruno D’Alessio, vicepresidente del Trastevere, que planea hacer un proyecto con un equipo conformado sólo por refugiados.
“Sería una buena oportunidad para que muchos jóvenes como Seidu encuentren también su propio paraíso”, resaltó.
Mientras tanto, Seidu Soumaila se entrena y aspira a llegar lejos como futbolista. “Mi ídolo siempre fue Zinedine Zidane, pero yo suelo jugar más como mediocampista externo, aunque mi sueño es llegar a ser un buen delantero”, se entusiasma. Le gusta hablar de fútbol, el deporte que también lo ayuda a olvidar por un rato su doloroso pasado.
Con información de ANSA.