Noel Sharkey, un reconocido profesor emérito de robótica e inteligencia artificial de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) cree que sí.
El científico acaba de publicar un estudio en el que comparte sus preocupaciones sobre este fenómeno y asegura que la sociedad debería tener en cuenta el impacto de todos los tipos de robots sexuales.
A través de su organización, la Fundación para las Consultas sobre Robótica Responsable (FRR, por sus siglas en inglés), ha elaborado una consulta sobre el asunto.
Sharkey dice que todavía no hay demasiadas empresas fabricando robots sexuales pero cree que la revolución de los robots que se avecina podría cambiar eso.
El informe, Our Sexual Future With Robots (“Nuestro futuro sexual con robots”), se escribió para focalizar la atención en un asunto del que, según el especialista, no se ha discutido lo suficiente hasta ahora.
En él explica que el mero hecho de averiguar cuántas personas tienen hoy día robots sexuales es complicado, pues las empresas que los fabrican no proporcionan datos sobre sus ventas.
Pero Sharkey dice que es hora de tomar conciencia y visualizar un posible futuro en el que los humanos y los robots tengan relaciones sexuales.
“Necesitamos legisladores que lo investiguen y que el público general decida lo que es aceptable y permisible”, afirmó.
“Tenemos que pensar, como sociedad, qué queremos hacer sobre eso. Yo no tengo las respuestas, tan sólo formulo las preguntas“.
Mucho más que muñecas
Algunas de las empresas que fabrican robots sexuales son Android Love Doll, Sex Bot y True Companion.
La mayoría de ellas ha trabajado antes de la creación de muñecas sexuales de silicona bastante realistas capaces de moverse y hablar.
La más avanzada de todas ellas es Abyss Creations, en San Diego, EE.UU., que fabrica Real Dolls, muñecas de silicona de tamaño natural y gran realismo, y lanzará a finales de este año otras muñecas con inteligencia artificial.
Su nombre será Harmony y consistirá en un robot que puede poder los ojos y hablar a través de una tableta conectada a una aplicación.
La compañía ya ha lanzado la aplicación, que permite a los usuarios programar estados de humor y voces para las muñecas.
Pero, ¿para qué podrían usarse?
Estos son algunos de los ejemplos que se exponen en el informe de Sharkey:
- Robots-prostitutas que trabajen en burdeles.
- Acompañantes sexuales para quienes se sienten solos o para personas mayores.
- Nuevos tipos de “cura sexual”.
- Una herramienta de terapias sexuales para violadores y pedófilos.
El último de todos ellos es, según el profesor, el más problemático.
Las muñecas sexuales de aspecto infantil ya existen hoy día. De hecho, un tribunal de Canadá está determinando si tener una debería ser o no algo ilegal.
El canadiense Kenneth Harrison compró una muñeca a una empresa japonesa llamada Harumi Designs, que está en el radar de las autoridades canadienses.
La muñeca fue interceptada en el aeropuerto y Harrison fue acusado de poseerpornografía infantil, aunque después fue declarado inocente.
En algunos países asiáticos ya existen burdeles en los que pueden usarse muñecas sexuales. Y hay informes que hablan de un fabricante en Barcelona, aunque esto último no ha sido confirmado.
“Otro tipo de pornografía”
Kathleen Richardson, una experta en ética en la robótica de la Universidad de Montfort, en Reino Unido, está de acuerdo con el informe de la Fundación para las Consultas sobre Robótica Responsable y cree que los robots sexuales de aspecto infantil deberían prohibirse.
Sin embargo, no cree que deban prohibirse todos los tipos de muñecas sexuales.
“El verdadero problema no son las muñecas, sino el comercio sexual. Los robots sexuales no son más que otro tipo de pornografía“, le contó a la BBC.
Richardson cree que este tipo de robots “incrementarán, inevitablemente, el aislamiento social”.
Además, critica el informe por lo que considera “un fracaso a la hora de gestionar el problema del género”.
“¿Por qué tiene la imagen de un robot masculino en la portada, si sabemos que este tipo de mercado está dominado por muñecas y robots femeninos?
“Eso es perpetuar la idea de que es un tema que no afecta al género, pero la realidad es que no hay muchas mujeres que compren este tipo de muñecas y que está liderado por hombres y por ideas masculinas sobre la sexualidad“.
Sharkey dice que hay un desequilibrio entre lo que quienes venden esas muñecas quieren para sus clientes y lo que realmente ofrecen esas muñecas.
“Los fabricantes de robots sexuales quieren crear una experiencia lo más cercana posible a un encuentro sexual humano”, asegura.
“Pero los robots no pueden sentir amor, ternura o crear lazos afectivos. En todo caso, lo mejor que pueden hacer es fingirlos“.
Las dudas
Los robots sexuales son un fenómeno relativamente nuevo y un paso más allá de las muñecas sexuales, que se han sofisticado enormemente en los últimos años.
La mayoría de ellas tienen piel de silicona, esqueleto de metal articulado y cabello y ojos extremadamente realistas.
En su mayoría, tienen forma femenina, aunque Sinthetics, en Los Ángeles, California, Estados Unidos, ha logrado algún éxito comercial con sus muñecos sexuales.
Pero Sharkey cuestiona hasta qué punto tendrán un aspecto verdaderamente humano.
“No los imagino como humanos en los próximos 50 años. Siempre serán algo tenebrosos y sus actuales habilidades de conversación son pésimas”, explicó.
Richardson también cuestiona si se convertirán en un éxito de masas e incluso si serán posibles del todo a nivel tecnológico.
“El informe asume que puedes crear un robot funcional que puede responder a interacciones humanas, pero en realidad es un asunto increíblemente complejo“.
Con información de BBC MUNDO