“Uno ve gente sin tapabocas, sin ningún tipo de cuidados y muchas veces vamos con el corazón en la mano al hospital para trabajar. Nos tocó muy de cerca esta enfermedad, porque ya fallecieron dos colegas. Verle salir en bolsas negras a tus compañeras y a los pacientes por quienes peleaste hasta el último duele muchísimo”, expuso Leguizamón en conversación con La Unión.
“Cada paciente que se nos muere es un pedazo nuestro que se nos va”, expresó la enfermera, añadiendo que “duele muchísimo verle a acostado en terapia a un joven de 22 o 23 años, que bien podría ser nuestro hijo, o verle a una abuelita de 70 u 80 años luchando por su vida, quien puede ser nuestra mamá, la verdad que duele”.
Señaló que están requiriendo de refuerzos en el Hospital Nacional de Itauguá, más aún porque la capacidad se amplió a más de 600 camas entre terapia intensiva, salas comunes y urgencias. Sobre el punto, pidió al Ministerio de Salud “que nunca nos falten equipos, insumos y recursos humanos”, indicó.
“Este es un virus maldito. Estamos en guerra. Es algo nunca antes visto lo de este virus y tenemos que darle batalla”, dijo la enfermera.