La pequeña atleta californiana dejó para el final la competencia más dura, 26 millas a una temperatura bajo cero en la playa de una isla desierta en la región antártica.
“Fue un final muy duro, no tan solo por el maratón, tuvo que correr en el frío, correr sobre muchas piedras, mucho lodo, correr en partes donde estaba nevando”, explicó a Efe Dimas Ramírez, padre de la menor.
Las inclemencias del tiempo fueron tales que incluso el certamen estuvo a punto de ser cancelado y los competidores tuvieron que esperar cinco días para poder volar desde Chile hacia la Isla del Rey Jorge, lugar donde se realizó el Maratón Continente Blanco.
Pero estos contratiempos no detuvieron la férrea voluntad de la jovencita, que quería cumplir con la promesa hecha.
“La presión era terminar el maratón, tuve que entrenar y correr bastante y no enfermarme para no tener que ausentarme”, dijo Blanca a Efe.
La resistencia física de Blanca fue puesta a prueba al tener que participar en dos competencias con nueve días de diferencia y apenas tiempo para recuperarse. La niña corrió el Maratón de Torcy en París el pasado 10 de febrero, y tuvo que regresar a Los Ángeles un día después para estar tan solo cuatro horas en Estados Unidos y viajar de inmediato a Punta Arenas, Chile.