“Dejar de fumar disminuye los riesgos de cánceres de pulmón, boca, garganta, esófago y laringe”, afirma la doctora Cinthia Gauna, oncóloga clínica del Instituto Nacional del Cáncer (INCAN). Hoy, 31 de mayo, este hospital público especializado en el diagnóstico y tratamiento del cáncer se une a la recordación del Día Mundial Sin Tabaco.
“El tabaco es la causa principal de cáncer y de muerte por cáncer”, expresa la Dra. Gauna, cuya práctica médica en el INCAN está primordialmente dedicada al tratamiento clínico de las personas con cáncer de pulmón.
El tabaco y el pulmón
Acerca de la relación entre el consumo del tabaco y el desarrollo del cáncer de pulmón, Gauna explica: “La gente que usa productos de tabaco o que está regularmente alrededor de humo de tabaco en el ambiente –también llamado humo de segunda mano- tiene un mayor riesgo de cáncer de pulmón porque dichos productos y el humo que se aspira pasivamente tienen muchos compuestos químicos que dañan al ácido desoxirribonucleico (ADN)”. Hablar de ADN es referir a moléculas del interior de las células que contienen información genética y la transmiten de una generación a otra, según define el diccionario del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos.
La oncóloga clínica describe: “Los cambios genéticos causantes de cáncer pueden presentarse durante la vida de una persona, como resultado de errores que ocurren al dividirse las células o por exposición a sustancias que dañan el ADN, como ciertas sustancias químicas en el humo de tabaco”.
¿Qué hay de cancerígeno en un cigarrillo?
“De siete mil compuestos químicos que se han identificado en el humo del tabaco en el ambiente, se sabe que, por lo menos, 250 son nocivos, como el cianuro de hidrógeno, el monóxido de carbono y el amoníaco”; detalla la Dra. Gauna.
“Al menos 69 de los compuestos químicos tóxicos que están presentes en el humo de tabaco en el ambiente causan cáncer. Estos son: arsénico, benceno, berilio -metal tóxico-; cadmio, cromo – elemento metálico-; cloruro de vinilo, níquel – elemento metálico- y óxido de etileno”.
Los agentes cancerígenos del tabaco -apunta la oncóloga- “actúan en las diferentes fases de la carcinogénesis o proceso de transformación de las células normales en células cancerosas”.
Nicotina: responsable de la dependencia física del fumador.
El tabaquismo está definido por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad. La marca un rasgo: la dependencia física o adicción a una substancia particular, la nicotina. Gauna describe: “Al inhalar el humo del tabaco, la nicotina se absorbe muy rápidamente tanto en la mucosa de la boca –mucosa oral-, como en los pulmones, desde donde pasa al aparato circulatorio distribuyéndose por todo el organismo”.
En 7 segundos, la nicotina llega al cerebro, donde se une a los llamados receptores nicotínicos, produciendo un efecto placentero y gratificante para el fumador. Este es el mecanismo que desencadena la aparición de la dependencia del tabaco. Debido a esto, cuando un fumador deja de fumar, aparece un síndrome de abstinencia. La nicotina, por tanto, es la responsable de la adicción y el mantenimiento del hábito tabáquico.
Malo para quien fuma y para quien inhala
El humo del tabaco no es sólo malo para quien lo fuma. Lo es también para quien lo inhala en el ambiente “Se calcula que vivir con un fumador aumenta la posibilidad de cáncer de pulmón en quienes no fuman en un 20 a 30 por ciento”, subraya Gauna.
¿Cómo se pueden prevenir los cánceres relacionados con el tabaquismo?
La Doctora Gauna responde: “Dejar de fumar disminuye los riesgos de cánceres de pulmón, boca, garganta, esófago y laringe”.
A los 5 años después de dejar de fumar, una persona disminuye en la mitad su probabilidad de tener cáncer de boca, garganta, esófago y vejiga.
A los 10 años después de fumar, una persona disminuye en la mitad su riesgo de morir por cáncer de pulmón.
El cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón, puntualiza Gauna, “Es el cáncer cuya célula de origen está ubicada en el pulmón”; esto es, en cualquiera de las partes que componen su estructura anatómica: los bronquios, los alvéolos y otras.
“En el cáncer de pulmón la alteración genética de una célula comienza dentro del pulmón y va creciendo,” describe Gauna. “Esta célula cancerosa trabaja de una forma desorganizada, descontrolada, y, con el tiempo, forma un tumor”.
En Paraguay, el cáncer de pulmón es la tercera enfermedad oncológica más frecuente en varones y la doceava entre mujeres. Lo indica el “Registro de Cáncer Paraguay 2011”, un estudio de incidencia -de nuevos casos en ese año- desarrollado por el Registro Nacional de Tumores del Ministerio de Salud Pública. Es, según esta investigación, la primera forma de cáncer con mayor mortalidad entre hombres y la quinta entre mujeres del país.
“Existen factores de riesgo para que una persona tenga cáncer de pulmón. Algunos son hereditarios y otros adquiridos”, remarca la Dra. Gauna.
Una persona puede estar expuesta a factores de riesgo hereditarios de desarrollar cáncer si familiares cercanos han tenido la enfermedad en generaciones anteriores, según lo señalado por la profesional.
Los factores de riesgo adquiridos son elementos externos y dañinos a los que la persona ha estado expuesta a lo largo de su vida.
“En el cáncer de pulmón, son más conocidos y estudiados los factores de riesgo ambientales; que son adquiridos. Según datos epidemiológicos mundiales, el más relevante de todos es el consumo del tabaco”, finaliza la oncóloga.