El organismo requiere una cantidad determinada de colesterol para fabricar membranas celulares, vitamina D, hormonas y ácidos biliares (encargados de disolver las grasas qué se consumen). Es por ello que el cuerpo necesita de este compuesto, pero en pequeñas cantidades.
El tener colesterol no es malo, siempre y cuando sus niveles no pasen sus límites normales, pues se convierten en uno de los mayores riesgos para desencadenar enfermedades del corazón.
El colesterol se encuentra en mayor cantidad en menudencias, embutidos, carnes (vaca, oveja, cerdo, pollo, pescado, etc.), leche y derivados enteros, como la manteca, la crema de leche y el queso.
El consumo excesivo de alimentos con alto contenido de colesterol puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón y las arterias (accidente cerebrovascular, más conocido como derrame cerebral).
El colesterol puede clasificarse en:
Colesterol bueno o HDL, cuyos niveles altos en sangre son benéficos porque ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares (del corazón y las arterias).
Colesterol malo, LDL y VLDL, cuyos altos niveles en sangre se asocian al riesgo de aparición de enfermedades cardiovasculares. Este colesterol se deposita en las arterias, formando placas de ateroma (depósito de grasas y colesterol en las arterias), dificultando la circulación de la sangre.
Aceite, grasas saturadas y grasas trans
La mejor opción de aceite para utilizar al preparar las comidas es el aceite de canola, el aceite de girasol o el aceite de maíz. El aceite de soja y de oliva se recomienda utilizar preferentemente crudo para condimentar las ensaladas.
Los ácidos grasos trans provienen de aquellos productos que pasan por un proceso de hidrogenación, esto convierte los aceites vegetales insaturados de estado líquido a saturado en estado sólido y se encuentran en alimentos industrializados, como la manteca y la margarina, productos de panadería, confitería y pastelería, papas fritas, procesadas, entre otros.
El consumo de grandes cantidades de grasas saturadas y grasas trans contribuye a aumentar el nivel del “colesterol malo” en la sangre, lo que tiene efectos negativos para el corazón y las arterias; mientras que el consumo de grasas insaturadas tiende a disminuirlo.
Por ello, se recomienda disminuir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y grasas trans, esto significa consumir menos carne con grasa, frituras, leche entera; y aumentar el consumo de alimentos con menos grasa, como los productos descremados, frutas, verduras, cereales, legumbres secas, prefiriendo el uso de aceites de origen vegetal en la preparación de las comidas e ingerirlos en su forma natural.
Fuente: MSPBS