El presidente electo de EEUU, Joe Biden, ha opinado este martes que la negativa a reconocer su derrota por parte del mandatario saliente, Donald Trump, es “vergonzosa”, pero no le impedirá prepararse adecuadamente para asumir el poder en enero.
En su primera rueda de prensa, tras convertirse el sábado en presidente electo, Biden ha restado importancia al impacto que puede tener el bloqueo de Trump en el proceso de transición, mientras su equipo se planteaba tomar medidas legales para atajarlo.
“Simplemente creo que es vergonzoso, para ser muy franco. No ayudará al legado del presidente (Trump)”, ha señalado Biden sobre la obstrucción del mandatario saliente.
Después de cuatro años
Su rueda de prensa se ha producido exactamente cuatro años después de que el expresidente Barack Obama recibiera en la Casa Blanca a Trump y se comprometiera con un proceso de transición “fluido”, una tradición en la política estadounidense que ha roto el actual mandatario saliente.
El desafío de Trump va, sin embargo, más allá del simbolismo de no recibir a su sucesor en el Despacho Oval: como él no reconoce los resultados de las elecciones, su Gobierno no está cooperando con el equipo de Biden para garantizar que todo esté listo para la toma de posesión de éste el 20 de enero.
En concreto, el entorno de Biden ha reconocido que le preocupa que la Administración de Servicios Generales (GSA) no haya certificado aún la victoria del exvicepresidente, porque eso impide a su equipo acceder a recursos y a las agencias gubernamentales para preparar la transición.
Su campaña se plantea incluso demandar a la GSA para desbloquear el proceso, según varios medios, pero Biden trató de minimizar el tema y aseguró a los periodistas que su equipo tiene los recursos suficientes para desarrollar los planes sin conseguir esa certificación. “Vamos a hacer exactamente lo mismo que estaríamos haciendo si él (Trump) hubiera reconocido la derrota”, ha afirmado el exvicepresidente.
Empezar a gobernar en enero
Su equipo de transición nombró este martes una lista de unos 500 expertos en distintos aspectos del Gobierno que le ayudarán -a él y a quienes elija para formar su gabinete- a prepararse para empezar a gobernar en enero.
Ese grupo -del que más de la mitad son mujeres y el 40% son negros, latinos, estadounidenses de origen asiático, de la comunidad LGBTQ+ o personas con discapacidades- podrá empezar a coordinarse con las agencias federales solo si la GSA certifica finalmente la victoria de Biden.
El mandatario electo ha insistido en que la obstrucción de Trump tampoco “tendrá muchas consecuencias” en su propia preparación para la llegada a la Casa Blanca, a pesar de que le está impidiendo tener acceso a información clasificada de inteligencia.
Biden, que conoce bien los engranajes del Gobierno tras su experiencia como vicepresidente, alegó que aunque sería “útil” acceder a esos datos, tampoco podría actuar en ninguno de ellos hasta que llegue al poder.
Ha adelantado que espera nombrar al menos a un par de miembros de su futuro gabinete antes del festivo de Acción de Gracias, el próximo 26 de noviembre, y vaticinó que los republicanos en el Congreso acabarán reconociendo su victoria.
“Por ahora, no hay pruebas de ninguna de las afirmaciones que ha hecho el presidente o el secretario de Estado Mike Pompeo”, quien este martes respaldó la postura de Trump, ha insistido Biden.
La campaña de Trump ha presentado demandas en varios estados clave para desafiar el resultado de las elecciones del 3 de noviembre, y ha alegado sin pruebas que se ha producido un fraude.
Casi todo el entorno de Trump reconoce en privado lo inútil de las demandas, porque necesitarían demostrar fraude no solo en uno, sino en múltiples estados, para dar la vuelta a los resultados y cubrir el trecho entre los 214 delegados que tiene ahora en el Colegio Electoral y los 270 que necesitaría para ser reelegido.
Una expansión en la cobertura de la salud
Mientras, Biden ha centrado su atención este martes en una audiencia crucial en el Tribunal Supremo de EEUU, que evaluó una demanda contra la reforma sanitaria de 2010, conocida como Obamacare pero cuyo nombre oficial es el de Ley de Cuidados Asequibles (ACA, en inglés).
La mayoría de los jueces del Supremo insinuaron que, cuando decidan sobre el caso en 2021, mantendrán en pie la mayor parte de esa ley sanitaria que los republicanos llevan una década tratando de derogar, y que ha dado cobertura a más de 20 millones de personas en Estados Unidos.
De todas formas, Biden ha querido advertir de las graves consecuencias que tendría invalidar esa ley en plena pandemia de la covid-19, y calificó de “cruel” el intento de tumbarla por parte de lo que describió como “ideólogos de la extrema derecha” en 18 estados de EEUU, liderados por Texas.
“Cuando llegue al poder, vamos a hacer todo lo que esté en nuestro poder para aliviar la carga de la cobertura de salud para ustedes y sus familias”, prometió el presidente electo.
“Eso empieza por reforzar la Ley de Cuidados Asequibles con una expansión drástica de la cobertura de salud y medidas audaces para rebajar los costes” de los seguros y cuidados médicos, agregó.
Para ello, sin embargo, Biden necesitará la ayuda del Congreso, cuya Cámara Baja mantendrá una estrecha mayoría demócrata mientras que todo apunta a que el Senado seguirá en manos republicanas, algo que se confirmará a principios de enero con el resultado de dos elecciones a segunda vuelta en el estado de Georgia.
Con información de EFE.