Antes de dirigirse a Honolulu (Hawaii), donde pasará las vacaciones navideñas junto a su familia, el mandatario norteamericano, Barack Obama, viajó a San Bernardino, California, donde mantuvo entrevistas privadas con las familias de las víctimas del ataque terrorista. También se encontró con los primeros miembros de los servicios de emergencia que acudieron en socorro al lugar del ataque.
La visita, de la que apenas trascendieron detalles a los medios de comunicación, ya que no hubo cámaras en el lugar, se alargó durante más de las dos horas previstas en la agenda.
El encuentro entre Obama y quienes perdieron a sus seres queridos a causa de la masacre de San Bernardino tuvo lugar en el Indian Springs High School de la localidad californiana.
Tras la reunión, el mandatario aseguró que fue “emotivo” estar con familias que son “representativas” de la fuerza, la unidad y el amor de la comunidad de San Bernardino.
“Pese al dolor y la angustia que están sufriendo, no pudieron ser más inspiradores”, afirmó el presidente, en un comunicado difundido por la Casa Blanca, quien añadió que el encuentro le sirvió para recordar lo bueno que hay en Estados Unidos.
“Al entrar en la temporada de fiestas, incluso mientras seguimos atentos para evitar que se produzcan atentados terroristas, mientras insistimos en que no podemos aceptar la idea de tiroteos públicos en lugares públicos, en lugares de trabajo y oración, debemos recordarnos a nosotros mismos la abrumadora bondad que existe en el mundo”, afirmó.
Más temprano, el presidente brindó una conferencia de prensa en la que reconoció que es “muy difícil” detectar a los “lobos solitarios” como quienes perpetraron el ataque en el centro de discapacitados causando la muerte de 14 personas.
Las palabras de Obama fueron en el marco de un balance del año, en el que también prometió “derrotar” al grupo yihadista Estado Islámico y apeló a buscar el “equilibrio” entre seguridad y privacidad en la lucha antiterrorista.