Las decisiones en Riad y Teherán afectaron a musulmanes suníes y chiíes por igual.
La medida saudita amplió la prohibición anunciada la semana pasada a los extranjeros que visitan La Meca y Medina, donde se encuentran los lugares más sagrados del islam. Esa decisión por sí sola interrumpió los viajes de miles de musulmanes que ya se dirigían al reino y potencialmente afecta los planes a fines de este año para millones más antes del mes de ayuno del Ramadán y la peregrinación anual del haj.
Incluso después de ese anuncio el 27 de febrero, las personas que ya estaban en Arabia Saudí aún podían viajar a la Gran Mezquita de La Meca, donde los peregrinos rodean la Kaaba, con forma de cubo, hacia la cual los musulmanes de todo el mundo deben orar cinco veces al día.
Las multitudes eran mucho más pequeñas de lo habitual antes de la declaración del miércoles del Ministerio del Interior, transmitida por la agencia noticiosa estatal saudí.
Millones de personas asisten al haj anual, que este año está programado para fines de julio hasta principios de agosto, y muchos musulmanes más visitan los lugares sagrados del reino durante todo el año. Esas otras peregrinaciones se conocen como umrah, que atrajeron a 7,5 millones de extranjeros sólo en 2019.
No está claro cómo se aplicará la prohibición. El gobierno describió la suspensión como “temporal”, pero no dio pistas sobre cuándo durará. La prohibición también parecía abarcar la Mezquita del profeta Mahoma en la cercana Medina.
Por su parte, Irán canceló las oraciones del viernes en todas sus capitales provinciales ante la propagación del nuevo coronavirus, que ha matado al menos a 92 personas entre 2.922 casos confirmados.
Durante una intervención en una reunión de su gobierno el miércoles, el presidente del país, Hassan Rouhani, afirmó que el virus ya está presente en casi todo el país.
“Esta enfermedad está muy extendida”, dijo según una transcripción. “Abarca casi todas nuestras provincias y es, en cierto sentido, una enfermedad global con la que muchos países del mundo se han infectado, y debemos trabajar juntos para abordar este problema lo más rápido posible”.
La capital, Teherán, y otras ciudades importantes ya habían cancelado las plegarias la semana pasada a consecuencia del brote. Aunque los musulmanes observantes pueden orar en casa, los más devotos prefieren asistir a las oraciones de los viernes como comunidad. El viernes es el principal día de oración en el islam, y tradicionalmente es un evento importante para los líderes religiosos de la República Islámica.
Ahora hay más de 3.150 casos del virus en todo el Oriente Medio. De los casos en la región fuera de Irán, la mayoría están vinculados con la República Islámica.
El virus ha infectado también a altos cargos del gobierno civil y de su teocracia chií. Los principales líderes del gobierno civil de Irán y la teocracia chií se han enfermado de COVID-19. El virus ha afectado a su gobierno más que en ningún otro país, incluso más que en China, el epicentro del brote. En todo el mundo, hay más de 90.000 personas con COVID-19, que ha causado más de 3.100 fallecidos.
“El virus no tiene alas para volar”, afirmó el portavoz del ministerio de Salud, Kianoush Jahanpour. “Nosotros somos los que lo transferimos de unos a otros”.
Irán anunció antes en el día que el COVID-19, la enfermedad causada por el virus, dejaba 92 fallecidos entre los 2.922 casos confirmados en toda la nación. Esta es la cifra de víctimas mortales más alta en el mundo solo por detrás de China, donde se registró el brote el pasado diciembre.
El anunció las nuevas cifras en una conferencia de prensa en la capital. Irán supera ahora en decesos a Italia, foco de otro importante brote que también se ha agravado.
Los expertos temen que Teherán esté declarando una cantidad de casos menor a la real.
Con información de The Associated Press.