Unas gotas caen sonoramente dentro de una cueva de color turquesa, el sonido rebota en las paredes de hielo: es el agua que se escurre después ruptura de cientos de años de estar atrapada en este glaciar, el Perito Moreno, que ya empieza a palpitar su quiebre.
El glaciar se encontrará con una península de tierra. Una parte del lago argentino -debajo del hielo- queda aislada y comienza a acumular agua hasta que la presión rompe el dique. El fenómeno no está relacionado con el cambio climático aseguraron los responsables del parque nacional de los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz, al sur del país río platense.
La anterior ruptura, en el año 2016, se produjo cuando la parte separada, el brazo Rico, había alcanzado los 10,50 metros, un nivel que no había superado desde el desprendimiento sucedido en 1988, cuando llegó a los 19 metros.
¿Anomalía fenómeno natural?
No obstante, los expertos han recordado que la ruptura es un fenómeno natural que no puede ser anticipado, al menos hasta que la sección final de la lengua del glaciar comienza a filtrar agua del brazo Rico, lo que va seguido de la caída de pedazos de hielo de la parte inferior y la formación de un puente que apenas dura unos pocos días antes de colapsar sobre el Canal de los Témpanos.
Los funcionarios del parque nacional aseguraron que, por el momento, no hay nada que indique que la fuerza del agua haya empezado a socavar la barrera natural, que se mantiene “muy compacta”.
Aunque en las rupturas posteriores a 1988 (2004, 2006, 2008,2012 y 2016) la altura del brazo Rico rondaba los 10 metros, los registros que se tienen desde comienzos del siglo pasado dejan constancia de desprendimientos cuando el nivel era de 32 metros.
Fuente: Deutsche Welle y La Nación (ar).