El 2017 es calificado como otro año conflictivo en Venezuela. Los apagones, la creciente inseguridad, la carestía de materias primas y el aumento acelerado de los precios de lo que hay disponible, forman parte del día al día del 82% de la población que está por debajo del umbral de la pobreza.
El Observatorio Venezolano de Violencia, la fuente más fiable que existe en el país en este asunto, señala que el año 2017 se cierra con 26.616 muertes violentas, unas 2.000 menos que las registradas el año pasado. De ellos, una quinta parte (5.535) fueron asesinatos en enfrentamientos policiales contra supuestos delincuentes o en casos de “resistencia a la autoridad”, muchos de ellos en operativos de las fuerzas de seguridad que han sido denunciados por violar derechos.
La cifra de 2016 también rondó los 5.000. Con una tasa de 89 homicidios por cada 100.000 habitantes, es el segundo país más violento del mundo. Solo le supera El Salvador, con una tasa de 100 muertos por cada 100.000 habitantes.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que es la agrupación partidos y movimientos políticos opositores al régimen de Nicolás Maduro, lamenta no haber acompañado a los ciudadanos en su sufrimiento por las cada vez más precarias condiciones de vida en la Venezuela de la hiperinflación y las muertes por desnutrición y escasez de medicinas. “No hemos sabido acompañar, en las últimas semanas, de forma amplia y contundente, como se merecía, el sufrimiento de un pueblo que ve mermar aceleradamente sus ya difíciles condiciones de vida”, sostiene el comunicado de fin de año de la MUD.
Así también, menciona la lucha electoral que han perdido a mediados del 2017, que “era la continuación de la misma batalla de todo el año por impedir que nos arrebataran el país”. En julio lograron arrinconar al Gobierno y exponer a la comunidad internacional sus formas más represivas con un saldo de más de 100 muertos y miles de heridos y detenidos.
La lucha de la oposición se desinfló justamente después de la consulta popular del 16 de julio, organizada por la MUD y por la Asamblea Nacional con la intención de restaurar la institucionalidad del Parlamento, renovar el Consejo Nacional Electoral y el Supremo, para poder realizar unas elecciones libres, y frenar la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro. Al final no logró ninguno de los objetivos.
Fuente: El País.