Que el Estado Islámico amenaza a sus ciudadanos no es una novedad. Los últimos ataques en Francia, con al menos 132 muertos y más de 300 heridos, fueron una prueba cabal de ello. Pero estos días ocurrió algo nuevo. Una amenaza sangrienta, inesperada y terrible. La Policía sueca investiga escalofriantes mensajes dejados en los buzones de correo de las residencias de los ciudadanos de varias ciudades en los que amenazan con decapitarlos si no se convierten al islam.
Las notas, que llevan la firma de la bandera de la organización terrorista y fueron distribuidos en Estocolmo, entre otras ciudades, amenazan con decapitar a los “no creyentes”, a menos que se conviertan en musulmanes o paguen un impuesto religioso. “La Policía no te salvará de ser asesinado”, reza el escrito