La temporada de huracanes se ensañó esta vez con Puerto Rico, donde María golpeó ayer con vientos de 250 km/h, como se temía desde el comienzo de la semana, y dejó inundaciones en distintos puntos del país, comunidades prácticamente destruidas y daños de todo tipo en casas y edificios públicos y privados.
María tocó tierra cerca de Yabucoa, un municipio oriental de la isla, arrancó techos a varios edificios y convirtió calles de las zonas bajas en potentes ríos que arrastraban escombros. Varios ríos se salieron de su cauce y los fortísimos vientos derribaron árboles y dañaron viviendas y construcciones, incluidos varios hospitales.
La isla quedó completamente sin energía eléctrica, cuyo suministro regular se cortaba al paso del vendaval, y sólo los generadores de emergencia estuvieron en funcionamiento. El huracán se debilitó luego de categoría cuatro a categoría tres, pero no disminuyó el peligro de los vientos ni los riesgos asociados a su azote.
“Puerto Rico está siendo duramente golpeado por un nuevo monstruoso huracán”, tuiteó el presidente Donald Trump. “Tengan cuidado, nuestros corazones están con ustedes; estaremos para ayudar”, añadió. Fue el huracán más violento que azotó la isla desde 1928, cuando el ciclón San Felipe dejó por lo menos 300 muertos.
“No hemos experimentado un evento de esta magnitud en nuestra historia moderna”, dijo por su parte el gobernador de la isla, Ricardo Rosselló, en un mensaje televisado a la población. “Resiste Puerto Rico. Dios está con nosotros; somos más fuertes que cualquier huracán. Juntos nos vamos a levantar”, escribió luego en Twitter.
Los edificios temblaban al paso de la tormenta. Ventanas quebradas, toldos y canaletas destrozadas colgaban de los edificios o caían arrancados por completo.
El poder del ciclón obligó a miles de personas a buscar refugio en albergues, como Madelaine Morales, una comerciante de 62 años que abandonó su casa en la costa para guarecerse en tierras altas. “Esto que estamos sufriendo es una catástrofe”, lamentó.
Trío mortal
María estuvo precedido esta temporada por Harvey, que azotó el estado de Texas a fines de agosto, y por Irma, que dejó 84 muertos dos semanas atrás y causó devastación en las islas del Caribe y el estado de Florida.
Puerto Rico no se había salvado de Irma, que dejó el 90% del país sin electricidad, y esta semana 50.000 hogares todavía seguían sin luz. Pero María lo golpeó de lleno.
“Definitivamente Puerto Rico, cuando podamos salir, vamos a encontrar una isla destruida. La información que hemos recibido no es nada alentadora. Es un sistema que ha destruido todo lo que ha tenido a su paso”, dijo Abner Gómez, director de la Agencia para el Manejo de Emergencias de la isla.
El funcionario advirtió a los ciudadanos que no salgan a la calle hasta mañana, ante el riesgo que representan los postes de electricidad tumbados y los escombros sueltos. “Aunque el sistema se haya alejado, las condiciones peligrosas van a continuar -señaló-. Recuerden que hay tendido eléctrico en el suelo y eso puede provocar accidentes.”
Según el Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami, el ciclón debía seguir su camino sobre la costa de la República Dominicana.
María dejó al menos nueve muertos en las islas Dominica y Guadalupe. El primer ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit, dijo que los 73.000 habitantes de la isla perdieron “todo lo que el dinero puede comprar y reemplazar”.
Los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y Holanda, criticados por la falta de reflejos para gestionar la crisis en sus territorios caribeños de ultramar tras el paso de Irma, entraron esta vez en movimiento despachando socorristas y militares. Francia envió de entrada 110 militares a Guadalupe y luego movilizó otros 3000.
Antes de llegar a Puerto Rico, María recaló en Santa Cruz, hogar de casi la mitad de los 103.000 residentes de las Islas Vírgenes estadounidenses, donde se dañaron dos tercios de las construcciones. “María parece muy enojada”, dijo Judi Buckley, una ex senadora estadounidense que había viajado a Santa Cruz para ayudar a la recuperación de los daños que dejó Irma.
El estado de alerta se mantiene en las Islas Vírgenes británicas y estadounidenses, también en Turcos y Caicos, Bahamas y en República Dominicana.
Con información de AFP, AP y Reuters.