Las “selfis funerarias” se están convirtiendo en un problema para los directores de funerales. Explora un poco el hashtag en Instagram y verás por qué: hay de todo, desde la típica foto marcando cadera que le encanta a tus seguidores hasta las de adolescentes que se cambian las caras con los filtros durante los velatorios.
Hay una razón por la que la retransmisión en directo parece tan inapropiada: los funerales son acontecimientos inherentemente privados, así que el hecho de permitir que gente de fuera entre a hacerse un selfi poniendo morritos y llenarlo de etiquetas como #funeral #triste #dep es bastante incómodo. Más rara todavía es la idea de que tus amigos cojan sus teléfonos para hacer una última instantánea del cadáver con pésima calidad.
“Al inicio del funeral, todos los asistentes se presentaban entre ellos, lo que parecía un poco forzado en una situación así. Pero el tema que nadie quería tocar era que había una cámara en la pared que enfocaba el velatorio”, explica John Evelyn, 33 años, de Portsmouth. Perdió a su cuñado, quien tenía familia en América que no podía cruzar el océano, así que sus allegados decidieron retransmitir en directo el funeral. “Creo que lo más raro de todo fue que, después, solo se mencionó de paso, como si a la gente le hubiera parecido muy natural. ‘Qué bien que se nos pudieran unir’. Cosas así”.
No podía dejar de pensar que había estado viendo Netflix en el iPad la noche anterior justo en el mismo sitio en el que estaba ahora
Una de las mayores compañías de seguros británicas, Royal London, aseguró que, según datos de una encuesta reciente, cada vez más funerarias y crematorios ofrecen servicios de retransmisión en directo de los funerales, y que más de la mitad de los 50 crematorios y funerarias de Reino Unido encuestados ya ofrecen servicio de retransmisión en directo en respuesta a la elevada demanda. El portavoz de la funeraria CJ Reilly Funeral Services me contó que los nuevos crematorios ya se construyen pensando en la retransmisión estática en directo, y que los más antiguos están valorando hacer el cambio.
Aunque solo el 26 por ciento de los mayores de 55 años y un 23 por ciento de las personas entre 35 y 54 años seguirían las retransmisión en directo de un funeral si no pudieran asistir, la gente joven también se está subiendo al carro. Un tercio de los jóvenes afirma que vería un funeral retransmitido en directo.
Amy, australiana de 27 años que vive en Londres, vio la retransmisión en directo del funeral de su abuelo al volver a casa. Dice que tenía un poco de resaca, que había limpiado y arreglado su habitación a modo de preparación (“Me pareció apropiado”), y que se lo había dicho a sus compañeros de piso, que estuvieron callados durante la ceremonia.
“La verdad es que no me parecía que hubiera nada de raro en ello, aparte de sentirme triste en los momentos previos por no poder estar allí en persona”, dijo. “Cuando empezó, me sentía como desconectada. Me sentía como si no estuviera con ellos (de hecho, no estaba), lo que me puso todavía más triste, en cierto modo. Después no podía dejar de pensar que había estado viendo Netflix en el iPad la noche anterior justo en el mismo sitio en el que estaba ahora”.
Si bien la retransmisión en directo de funerales es algo relativamente nuevo, durante la última década o más las funerarias han recibido las innovaciones tecnológicas con los brazos abiertos.
“Siempre ha habido quien ha pedido que tomaran fotos durante el oficio, siempre que fuera sutil y discreto”, dice Andrew Leverton, cuya funeraria, Leverton and Sons, con frecuencia se encarga de la realización de vídeos de los eventos. “Con el vídeo no solo capturas el ambiente, sino las palabras que se dijeron, los movimientos y toda la experiencia. A las personas nos gusta tener algo para la posteridad que podamos ver de vez en cuando. No es distinto a las elegías, que se pueden guardar, o el guion de la ceremonia para darte algo que sirva de recuerdo del orden en que sucedió todo y qué música se puso”.
No puedo imaginarme una situación en la que quisiera sentarme, después de trabajar, tomarme una cerveza y volver a ver el entierro de mi abuelo, pero Andrew insiste en que muchos lo hacen.
Si una persona no asiste físicamente al funeral para llorar junto a los asistentes ni presencia cómo entierran a un familiar suyo, podría interpretarse como que esa persona se ha desvinculado psicológicamente de la pérdida
John Evelyn dice que la retransmisión en directo es en esencia una extensión de un funeral. “A todos (incluyendo los más mayores) les pareció bien. Creo que los funerales son inherentemente lúgubres e incómodos, de todas maneras; no creo que nadie quisiera hacer más duro o difícil a propósito el participar en una situación de este tipo diciendo algo al respecto. Francamente, [su cuñado] fue uno de mi héroes y mi mejor amigo, así que cuanta más gente quiera mostrar sus respetos y formar parte de ello, mejor”.
Los hay que consideran que esta intrusión impediría a los asistentes llorar apropiadamente la muerte de sus seres queridos. Marc Hekster, psicólogo asesor de Insight London, está de acuerdo en que podría ser un problema, pero tiene razón en decir que depende de quién elija hacer la retransmisión en directo. Si la gente más allegada al fallecido desea compartir el día con otros que no pueden asistir, ¿quién somos nosotros para juzgarlo?
“Si sirve para que aquellos que más sufren se sientan más arropados, podría ser un consuelo y ayudar en el proceso”, me cuenta Hekster por teléfono.
Sin embargo, para aquellos que están viendo en directo la retransmisión es una historia completamente diferente.
“Un funeral es un ritual realmente importante que permite que el proceso de duelo siga avanzando, dice Hekster. “Hay quien diría que, si una persona no asiste físicamente al funeral para llorar junto a los asistentes ni hace lo que se deba hacer con ellos ni presencia cómo entierran a un familiar suyo, podría interpretarse como que esa persona se ha desvinculado psicológicamente de la experiencia de la pérdida”.
“La retransmisión en directo supone una oportunidad de oro para ‘asistir’, pero de un modo menos ‘intenso’ que estando allí para ver y sentir la atmósfera. Es menos solemne, no estás sentado en silencio ni mostrando respeto; podrías estar comiéndote un bocadillo, fumándote un cigarro o lo que sea. Nadie sabe realmente qué estás haciendo”.
Para Hekster es especialmente importante la experiencia sensorial, aunque no sea placentera: el contacto físico con otro asistente, el olor del ambiente mezclado con el perfume de tu tía, el poder mirar a tu alrededor y ver las caras de la gente que amaba al fallecido tanto como tú.
La gente tiene que irse a otros países para conseguir un buen trabajo, pero siguen muy unidos a su país natal. No pueden permitirse el lujo de volver a casa cada vez que alguien fallece
Pero la realidad es que mucha gente vive demasiado lejos de casa como para volver, sea la ocasión que sea. Amy no se podía permitir volver a Australia y no le quedaban vacaciones del trabajo. Los miembros de la familia del cuñado de John no pudieron venir desde los Estados Unidos.
Así que tiene sentido que Irlanda (que tiene unas tasas de emigración muy elevadas), por ejemplo, se esté adaptando. En el pequeño pueblo de Burtonport, en el condado de Donegal, la iglesia de Acres ha instalado una cámara para compartir los funerales con el resto del mundo.
“Somos un país de inmigrantes, ¿verdad?”, dice el padre Pat Ward por teléfono. “La gente nace aquí o viene a estudiar y después se marcha. Tienen que irse a otros países para conseguir un buen trabajo, pero siguen muy unidos a su país natal. No pueden permitirse el lujo de volver a casa cada vez que alguien fallece”.
Dale una década o así y podrás imaginar cámaras por defecto en todas las funerarias y crematorios del país. “Esta moda seguirá creciendo”, dice Leverton. “Probablemente acabarás convenciéndote de la idea como todos los demás”.
Fuente: INFOBAE