El principal partido aliado al presidente Michel Temer, el Socialdemócrata de Brasil (PSDB), se reunirá hoy de emergencia para discutir el alejamiento del gobierno.
Si la agrupación decide abandonar la alianza oficialista y retira a sus ministros del gobierno, el jefe de Estado queda en el aire. En ese caso no le quedarían chances de continuar en la presidencia del país. Sobre Temer pesan tres acusaciones: corrupción pasiva, asociación ilícita y obstrucción de la justicia.
El viernes último fue el Supremo Tribunal Federal el que ordenó que se investigue, por esos delitos, al jefe de Estado.
La crisis casi terminal de su gobierno empezó el jueves último con la difusión de un diálogo que él mantuvo por la noche del 7 de marzo con el dueño del frigorífico JBS, Joesley Batista.
El presidente recibió al empresario, que ya era investigado en la justicia por el caso de la “Carne débil”, a las 22,30. Y la charla ocurrió en el sótano de la residencia oficial. La grabación realizada por Batista demuestra que Temer dio el visto bueno para el pago de sobornos al ex titular de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, preso en Curitiba.
Esas coimas debían servir para comprar el silencio del ex parlamentario, que organizó y llevó adelante el impeachment contra Dilma Rousseff. El hombre sabe demasiado. Temer, además, cometió otro “desliz”. Le indicó a Joesley Batista que hablara con uno de sus asesores, el diputado Rodrigo Rocha para “arreglar” problemas con el gobierno por cuestiones económicas. Este legislador se mostró pronto a resolver las dificultades de Batista a cambio del cobro de coimas del orden de los 160.000 dólares semanales.
Son estos elementos los que determinaron a la Orden de Abogados de Brasil, la principal institución legalista brasileña, a presentar este lunes ante la Corte Suprema un pedido de impeachment contra el gobernante. Esta se sumará a otros 8 demandas de juicio político, presentados por distintos partidos ante el máximo tribunal.