Rara vez, una llamada telefónica en medio de la noche es recibida con naturalidad. Generan desconcierto absoluto. Aunque también es cierto que las grandes oportunidades se presentan de forma inesperada. La madrugada del domingo 26 de marzo de 1989, el paraguayo Julio César Romero, por entonces futbolista del Fluminense de Brasil, saltó de la cama y contestó el teléfono con temor. No esperaba que le presentaran una oportunidad que cualquier otro jugador puede esperar en vano por años:jugar en el Barcelona FC.
“Era sábado. A la tarde habíamos jugado el primer partido del Campeonato Carioca, contra el Inter de Porto Alegre. Ganamos 1-0, justamente yo hice el gol. Esa noche me llaman los dirigentes del Fluminense, me dijeron que se querían reunir conmigo. Eran las 2 de la madrugada. Yo estaba durmiendo, me sorprendió. ‘¿Qué habrá pasado?’, pensé. Me citaron en un restaurante de inmediato, no podían esperar al otro día. Se tenía que resolver esa misma noche”, recuerda Romero en diálogo con Infobae.
El 99,9% hubiera dicho sí, sin pensarlo. Pero él no quería fichar por el prestigioso club catalán. Según rememora, era un cambio muy abrupto a esa altura de su carrera: “No quería ir al Barcelona, era muy riesgoso. Recién iniciaba la temporada en Brasil y allá en España estaban terminando el campeonato. Les advertí a los directivos del Fluminense que iba a ser muy difícil que yo salga.”
Tenía 28 años y una trayectoria más que fructífera. Había debutado a los 17 años en Sportivo Luqueño. A los 19, había jugado con Paraguay elMundial juvenil de Japón 1979, donde anotó cuatro goles y ganó el Balón de Plata por detrás de Diego Armando Maradona. Ese mismo año ganó laCopa América con la selección mayor. De allí, le surgió la chance ir al New York Cosmos de los Estados Unidos, donde compartió equipo con Pelé, Giorgio Chinaglia, Johan Neeskens, Franz Beckenbauer y Carlos Alberto Torres, capitán del Brasil del ’70, quien fue su padrino para recalar en Fluminense tras la disolución de la la North American Soccer League (NASL) en 1984.
Río de Janeiro se había transformado en su lugar en el mundo, donde halló su mejor versión. Había ganado tres títulos y lo habían elegido el ‘Mejor Jugador de Sudamérica’ (1985). También había participado de la Copa del Mundo de 1986, donde Paraguay alcanzó los octavos de final y cayó en manos de Inglaterra. En aquel partido, anotó dos goles Gary Lineker, que tras quedarse con la Bota de Oro de la Copa del Mundo fue contratado por elBarcelona FC para intentar romper la hegemonía del Real Madrid. Jamás pensaron que serían compañeros.
El estrambótico desembarco de “Romerito”
En abril de 1989, Romero no pudo evitar su traspaso al Barcelona FC por pedido de Johan Cruyff, que daba sus primeros pasos en los banquillos. “Salí un martes y llegué el miércoles. Me llevaron directamente a hacer una inspección médica y después a la presentación con el técnico y los jugadores. Ahí mismo, Cruyff me dijo que posiblemente jugaría contra el Real Madrid el sábado. Fue una sorpresa muy grande. Yo algo sabía, los dirigentes del Fluminense me había adelantado algo, pero todo era muy extraño y no pensaba que iba a ser cierto. Porque yo fui sin saber cuánto iba a ganar ni cuánto tiempo iba a estar“, confiesa.
El club blaugrana pagó su fichaje de 40 millones de pesetas gracias al dinero que ingresó de las televisiones por adelantar 24 horas un partido de Recopa contra el CSKA de Sofía. Y “Romerito”, como lo bautizó la prensa catalana en su llegada, se quedaría hasta junio sin sueldo. Cobraría unapremio único de 40.000 dólares por los tres meses de estadía en la institución, que el mismo día de la disputa del Clásico llevaría a cabo sus elecciones presidenciales y Josep Lluis Núñez sería reelegido al ganarle el pulso a Sixte Cambra.
Cruyff necesitaba un jugador revulsivo para suplir la baja del lesionado Jose Mari Bakero y la directiva cumplió su deseo. Es cierto que primeropidió que se adelante el fichaje de Ronald Koeman, pero el PSV no quería venderlo antes del final temporada. También sondeó al uruguayoEnzo Francescoli y a Laudrup, pero tampoco fueron posibles. Entonces, Cruyff se acordó de aquel talentoso mediapunta guaraní, técnico, creativo, rápido y preciso, al que enfrentó en sus años de jugador delWashington Diplomats de la NASL y lo solicitó a los directivos. “Johan (Cruyff) confiaba mucho en mí. Me conocía de los Estados Unidos, donde fui vice-goleador y líder en asistencias. Él confió en mí aunque no estaba 100% físicamente, porque recién salía de una pretemporada y por cómo fue la transferencia, que no fue nada normal. Me extrañó irme de última hora al Barcelona, estaba enfocado en Fluminense. Fue un fichaje más político que deportivo“, explica el ex jugador guaraní.
Un debut esperanzador, un final poco feliz
Ese Barça pre-Dream Team se jugaba un partido trascendental ante el Real Madrid de la Quinta del Buitre, que tenía un equipo memorable, donde se destacaban Miguel Pardeza, Manolo Sanchís, Míchel González, Rafael Martín Vázquez y Emilio Butragueño, quien le dio nombre mediático a aquella formación campeona de cinco Ligas de España consecutivas y dos Copas de Europa.
El sábado 1 de abril de 1989, al desconocido “Romerito” le había llegado la hora de demostrar que podía enamorar a la afición blaugrana. A poco más de 48 horas de haber aterrizado en Europa, con sólo dos entrenamientos en el equipo culé, fue elegido para jugar el duelo más importante del fútbol español y, según cuenta a Infobae, Cruyff le pidió que anotara un gol: “El día del partido, a la hora del almuerzo, tuvimos una reunión antes de partir al Camp Nou. Cruyff anunció la formación y me colocó en el equipo en lugar de Gary Lineker. Me pidió que haga lo que yo sabía hacer. Tenía mucha confianza en mí. Me dijo que mi despliegue era muy bueno, me pidió que me mueva cerca del área y que aguarde mi oportunidad porque debía anotar un gol. Hizo hincapié en que necesitábamos sorprender al Real Madrid para ganarle.”
El partido terminó 0-0 y el Real Madrid mantuvo la ventaja de tres puntos sobre el Barça. Según cuenta Romero, se marchó bastante conforme con su actuación: “Tuve dos situaciones para anotar un gol. Una fue muy clara, la otra pasó cerca del palo. Mi actuación fue muy buena, sólo me faltó el gol. Jugué bastante bien ese partido. Lastimosamente, Paco Buyo me tapó una pelota de las que habitualmente yo convertía. Y la otra situación, fue un cabezazo mío que se desvió en Schuster y se fue cerca del ángulo.”
Sin embargo, su futuro comenzó a nublarse y no logró asentarse en el primer equipo. A pesar de la confianza de Cruyff, la carencia de suerte y una lesión frustraron su ilusión de triunfar en Europa. “Si yo hacía un gol y le ganábamos al Real Madrid, hubiera sido ídolo de la hinchada. Intenté dar lo mejor de mí. Me faltó fortuna, – reconoce Romero y continúa- porque después jugamos contra Zaragoza e hice un partido fantástico pero tampoco marqué un gol. Y al tercer partido contra el Valladolid me lesioné el tobillo. Volví los últimos partidos del campeonato. Ya la situación no era la misma. Cayeron muchas críticas sobre mí.”
En su etapa de recuperación, “Romerito” sabía que tenía las horas contadas en el Barcelona FC. Por ello, en su regreso a las canchas, se empeñó en anotar un gol para que su despedida fuera más decorosa y, al conseguirlo, se dio cuenta que a pesar de no haber podido encantar a la afición, había generado un gran vínculo con sus compañeros de equipo.
“Mi gol al Málaga fue un desahogo. No podía irme sin hacer un gol. Pero lo que más me gusto fue la actitud de mis compañeros. Es muy grato recordarlos, fueron muy buena gente conmigo. Además, porque antes de ese partido sabía que me iba. Los dirigentes no me lo comunicaron, pero yo escuchaba comentarios en los pasillos de los periodistas. Me hubiera gustado quedarme en Europa, pero no tengo ningún tipo de angustia. Estoy muy conforme y muy feliz de haber jugado en el Barcelona”, reconoce.
Su carrera continuó en México y culminó en Paraguay. Actualmente, con 56 años, a casi dos décadas de dejar el fútbol, y tras haber sido seleccionador paraguayo de fútbol playa, ocupar un cargo político en el Partido Colorado y haber intentado triunfar como cantante de rock, Julio César Romero cree que el Real Madrid llega mejor plantado al Clásico de este domingo. “El Real Madrid llega muy bien anímicamente. En el Barcelona están cabizbajos hace varios meses, parecen cansados. Pero es un Clásico, y es fútbol, nadie sabe lo que puede pasar“, explica el hombre que contestó aquella llamada telefónica sin saber que jugaría en el Barcelona.
Fuente: INFOBAE