En su visita a Londres, las jóvenes lucen frágiles, bellas y muy asustadas. No quieren mostrar sus rostros frente a la cámara porque, aseguran, todavía tienen amigas y familiares secuestrados por el grupo y temen que ellos puedan sufrir represalias.
“Fuimos violadas hasta cinco veces al día”, dice Bushra, una joven de 20 años.
“Una muchacha fue al baño y se cortó una de sus muñecas. Como no murió, se cortó la garganta. Los guardias me buscaron y me dijeron que fuese a identificarla. Dijeron que era mi amiga. No la pude reconocer. Había demasiada sangre en su cara. Los guardias la envolvieron en una sábana y la lanzaron a la basura”.