La gripe no es solo una enfermedad propia del invierno, la ocurrencia de este mal se produce igualmente durante el periodo estival, pero en menor proporción.
Entre las principales causas para la ocurrencia de esta enfermedad encabeza los cambios bruscos de temperatura, provocados por los sistemas de refrigeración. El uso excesivo de acondicionadores de aire, así como una alimentación desequilibrada hacen que las defensas de nuestro organismo disminuyan, condición que son aprovechadas por los virus para atacar el sistema inmunológico y provocar el cuadro respiratorio.
La fatiga, el estrés y no dormir lo suficiente también pueden contribuir a enfermarnos fácilmente.
En lo que va del año, 16.892 consultas por virus respiratorios se reportaron a nivel país. Los virus circulantes son Parainfluenza, Sincitial Respiratorio e Influenza A/H3.
De acuerdo a lo informado por la Dirección de Vigilancia de la Salud, la actividad de virus respiratorios se encuentra dentro de lo esperado para la época del año. No obstante, en la última semana de enero se registró un leve aumento del 8% en las notificaciones con respecto a la semana anterior.
Hasta el momento, un total de 164 personas con infección respiratoria aguda (IRAG) fueron hospitalizadas, de esto, 14% requirió cuidados intensivos.
Para prevenir la gripe y los resfriados en verano, la cartera sanitaria recomienda:
a) Lavado frecuente de las manos, puesto que es uno de los medios principales por los que se contagian los virus.
b) Evitar los cambios bruscos de temperatura. Se aconseja el uso de abrigos livianos en ambientes cerrados con aire acondicionado donde la temperatura es muy baja. Lo mejor es no exponerse mucho tiempo al sol y mantener el sistema de climatización a una temperatura entre 22 a 24ºC.
c) Las bebidas muy frías y muy calientes tampoco son muy recomendadas.
d) Fortalecer las defensas con una alimentación saludable es clave para prevenir la enfermedad. Mantener una dieta equilibrada aumentando el consumo diario de frutas y verduras (2 a 3 porciones) y líquidos, principalmente agua (no menos de 2 litros), contribuye a mantener un nivel de buena salud.
Cabe destacar que no existe ninguna diferencia entre un resfriado de verano y uno de invierno, puesto que los síntomas y el cuadro que presenta el paciente es el mismo. La afectación de las vías respiratorias superiores pueden durar aproximadamente una semana y su periodo de incubación es de 48 a 72 horas.
Para impedir la propagación de la enfermedad, insistir en prácticas higiénicas es fundamental. Recuerde, un simple estornudo puede acabar infectando a todo aquel que se encuentre alrededor.