Una estudiante superobesa se transformó en modelo de ropa deportiva en Dinamarca, después de perder casi la mitad de su cuerpo. ¿Cuál fue el secreto? Comer todo con una cuchara de té.
No fue sencillo, en la adolescencia llegó a pesar 126 kilos y debió cambiar todas sus rutinas. Atrás quedaron las 3.500 calorías diarias y los empachos con chocolate.
Su índice de masa corporal llegó a 40,6, lo que la ubicaba en la categoría más alta de obesidad. Cansada de las burlas, decidió cambiar.
Ahora pesa 68 kilos y consiguió su primer contrato como modelo de ropa deportiva. El cambio en sus rutina alimentaria le abrió un nuevo mundo a esta joven danesa. Sus facciones se acentuaron y emergió su belleza. Además, entrena todos los días de manera dura para que el exceso de piel se transforme en músculo. No obstante, debió recurrir a una cirugía. “Cuando bajé de peso, mi estómago lucía igual que cuando estaba gorda. Me sobraba mucha piel. Recién después de la operación empecé a sentir el verdadero cambio”, relató.
Eso sí, no quiere perder el rastro del pasado. Lo conserva como un tesoro para que no vuelva a sucederle. Su cuenta de Instagram se transformó así en su espacio de motivación.
“Decidí que ya no comería montañas de comida. Solo como un plato y siempre utilizo cuchara de té, así me lleva más tiempo comer y no me atraganto con los alimentos”, reveló en forma de consejo. “Engaño a mi mente, me funciona”, añadió orgullosa.
“Si alguien me hubiese dicho hace tres años que sería modelo, me hubiese reído a carcajadas, y aquí estoy”, afirmó.
Su rutina cotidiana y sus logros se transformaron en la motivación de miles de jóvenes que la alientan en las redes sociales. Feliz, ella sigue mostrando sus cambios en la red social. “Si yo pude, tú también”, expresa en casi todos sus post.
Con información de Infobae.