Horacio Cartes dirige un gobierno totalmente dedicado a generar y aprovechar resquicios en las leyes para obtener beneficios indebidos para él y para sus asociados.
Nunca antes en la historia de nuestra República, nunca antes, hubo una persona que preparara su asalto al poder con un fin tan deleznable, con un objetivo tan deletéreo, con un programa de expoliación tan sistemático como Horacio Cartes.
Ni siquiera Alfredo Stroessner.
Cartes construyó un “centro de gobierno” en la fundación “Ñande Paraguay” que desde el año 2011 estudia todas las instituciones del Estado, no para mejorarlas, sino para aprovecharse de ellas y para diseñar proyectos legislativos cuyo único fin es eliminar los obstáculos que pudieran interponerse entre él y ese estrujamiento del Estado.
Diseñó por ejemplo una ley de alianza público privada cuyo único fin es pasar por alto los Artículos 112 y 202 inciso 11 de nuestra Constitución que depositan en el Congreso la atribución de otorgar la explotación de minerales y de concesiones públicas.
La alianza público privada que Cartes va a imponer al país en el tema aeropuertos desnuda la situación: Sus amigos participan de la elaboración de pliegos de bases y condiciones de forma tal a dejar afuera a la mayor cantidad de competidores posibles; cuando aun así quedan competidores, sus amigos cambian arbitrariamente esos pliegos para ajustarlos a las empresas elegidas por sus amigos; y luego se concede “legalmente” a esas empresas la concesión de los aeropuertos por treinta años con la “obligación” de pagar al pueblo paraguayo un canon de uno coma dos por ciento (1,2%) o de treinta y dos por ciento (32%), cuando otros oferentes estaban ofreciendo cánones de hasta cuarenta y siete por ciento (47%).
Estamos hablando de que se embolsarán la diferencia, alrededor de trescientos millones de dólares cada diez años.
Es lo mismo con la concesión de las principales rutas del país a la empresa Tapé Porá, por treinta años.
Cosa parecida con los proyectos “llave en mano”, entre los que se cuentan el alcantarillado del área metropolitana, proyecto que nos costará a los paraguayos más de cuatrocientos millones de dólares. Algo falló en el plan similar que tenían para la ruta Transchaco, lo que no significa que no persistirán.
El tema del billetaje electrónico del transporte público, en el que una oscura empresa inglesa que, notoriamente, tiene socios paraguayos, se queda con el contrato merece una investigación que el ministerio público no hizo ni hará.
Y a una escala más pequeña, pero igualmente sintomática, el repentino éxito de empresas de gerentes-ministros de Cartes, como Royal Seguros y Aqua Group, que se convirtieron, desde el 15 de agosto de 2013, en favoritas para contratistas públicos.
Cartes ha gastado millones de dólares en propaganda para ocultar que lo anterior es el objetivo, la meta, el fin y el programa de su gobierno, publicitando una supuesta transparencia que se da solamente en casos pequeños pero que con la ayuda de Javier Diaz Verón jamás llega a los asuntos que realmente le importan.
Porque, como todo el mundo sabe, Cartes ya era millonario antes de empezar y, por supuesto, no pierde su tiempo en asuntos bagatelarios.
Por Enrique Vargas Peña.