La vida de Lionel Messi (29) y Antonella Roccuzzo (28) es tan impropia de las estrellas de fútbol como la manera en que se conocieron: alejados del dinero y la fama, cuando Messi tan sólo tenía 9 años y quedó prendado de la hija de los dueños de una cadena de supermercados en su Argentina natal. El destino -que no les preparó un camino fácil, pero que finalmente acabó juntándolos y regalándoles a sus dos hijos, Thiago y Mateo- ha querido que la pareja se case a mediados del próximo año en Argentina, tal como anunciaron este miércoles desde el entorno del jugador del Barcelona.
¿Qué vestido llevará la novia?¿Quién cocinará el menú? Estas y otras muchas preguntas están aún en el aire, pero la vida que hoy en día lleva la pareja puede llegar a dar una idea sobre el aire que tomará la ceremonia. Y es que, tanto Messi como Antonella, apartan sus rutinas familiares de las vidas estrafalarias propias de grandes estrellas tanto como pueden:ni fiestas locas ni fotos de deportivos ni grandes mansiones en sus redes; sino instantáneas que suelen retratar una vida sencilla (todo lo que se puede siendo Leo Messi) y familiar con sus hijos u otros familiares y amigos. La vida que enseña Messi es fútbol y familia y no hay ni rastro de pretensión u ostentación en la imagen que da a sus seguidores (aunque podríamos asemejar su nivel de vida sólo al de algunos afortunados).
Él y Antonella viven en un lujoso chalet en Castelldefels (a unos 25km de distancia de Barcelona), junto a sus dos hijos de 4 y 1 año. A pesar de que se puede seguir los pasos de la familia a través de algunas publicaciones en redes sociales, Messi y su pareja no son muy dados a revelar a los medios su vida privada; aunque en alguna ocasión el argentino haya asegurado llevar una vida de lo más tranquila: suele desayunar y comer en familia, echar la siesta, salir a pasear… y siempre acompañado de su mate caliente. Los pequeños de la casa acaparan a todas horas la atención de sus padres, incluso en los días en que el futbolista puede escaparse del terreno de juego y disfrutar de un merecido descanso: en su última escapada, el pasado octubre, Messi sorprendió a la familia con un viaje a Disneyland, del cual colgó algunas instantáneas en Instagram.
Thiago y Mateo son protagonistas incluso de los grandes triunfos del argentino con el balón en los pies -cuando Antonella felicitó al futbolista colgando una imagen en la que sale junto a su hijo mayor celebrando la victoria del Barça en la final de la Copa del Rey, tan sólo unas horas más tarde ya había acumulado más de 100.000 likes- y su único vicio, aparte de alguna que otra partida a la consola o el dulce de leche. De hecho, sólo de vez en cuando hay alguien que pueda hacerles sombra en las fotos que cuelga en la red: su perro Hulk, un dogo de burdeos que la familia adquirió cuando era un cachorro y del que sus seguidores han podido ver la evolución.
En definitiva, el jugador de fútbol menos normal de la historia compagina sus hazañas en el campo con la intención de vivir una rutina de lo más cotidiana junto a su familia. Comidas y paseos en compañía, escapadas o sesiones de cine es lo que hace feliz al que muchos consideran el mejor futbolista de todos los tiempos. Siempre pegado a la etiqueta de fenómeno global, Messi pasa sus días buscando intimidad pero evitando que su fama lo encierre en casa, aunque con la consciencia de que su presencia siempre hará saltar los flash de los móviles a su alrededor.
Fuente: El mundo