“Todo tiene un precio” dentro del penal; y una prueba de ello fue la polémica que se desató al descubrirse los lujos de Jarvis Chimenes Pavão, el narcotraficante brasilero que, luego de dicho espisodio, fue trasladado hasta la Agrupación Especializada de la Policía, donde continúa cumpliendo su condena.
El anónimo describe las falencias en la penitenciaría de Tacumbú y la cárcel La Esperanza, donde traficantes se ofrecen a establecer mejoras para paliar con las penurias de los internos, pero las autoridades niegan a aceptar la ayuda.
Por otra parte relata los negocios y “controles” que existen en Tacumbú, donde supuestamente los mismos guardiacárceles extorsionan a los reos para que aprovechen el horario de visita para robar a los familiares que ingresan al penal. Si no cumplen o no entregan la recaudación para la hora pactada, reciben castigos que incluyen fuertes agresiones físicas.
Negocios, drogas, torturas y muertes se esconden en las oscuridades de los calabozos.