Una nueva fosa común con los cadáveres de al menos 300 agentes de la Policía local recientemente asesinados y decapitados por el Estado Islámico, ha sido descubierta cerca de Mosul (Irak), según un informe de la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
Los terroristas del EI colocaron bombas alrededor de esta fosa común para impedir que los miembros de las familias de las víctimas recuperaran los cuerpos de sus seres queridos, informa CNN citando a las autoridades locales.
“El Estado Islámico debe pagar por estos crímenes contra la humanidad”, afirma Joe Stork, vicedirector de Oriente Medio de Human Rights Watch.
El pasado 7 de noviembre el Ejército de Irak encontró otra fosa común al sur de Mosul con un centenar de cadáveres decapitados. Sin embargo, en este caso los militares reconocen que resulta difícil juzgar si los fallecidos son soldados o civiles, ya que la mayoría de los cadáveres habían quedado reducidos a esqueletos.
RT en Español.