Existe riesgo de pérdida de visión en bebés prematuros o con una enfermedad de base. Los médicos instan a consultar tempranamente para prevenir cegueras o daños irreversibles, teniendo en cuenta que, desde el nacimiento, la visión está en continuo desarrollo.
Aquellos nacidos antes de las 34 semanas, con peso menor a 1, 750 kg., deben ser examinados por especialistas de retina, dentro del primer mes de vida. Se les practica un estudio de fondo de ojo, se pone unas gotas para dilatar las pupilas y con esto, se observa las condiciones de los vasos sanguíneos, de la retina y de otras partes internas. Con este estudio, se puede visualizar además otras enfermedades, como las infecciosas.
Las lesiones oculares no detectadas a tiempo pueden ocasionar un mal desarrollo de la retina e incluso desprendimiento, teniendo como resultado una ceguera irreversible; es por esto que la intervención a tiempo es fundamental para salvar la visión del prematuro.
Los padres deben tener en cuenta además que si sus hijos nacen con enfermedades de base, como las cardiológicas, neurológicas, metabólicas, entre otras, deben consultar con un profesional de oftalmología dentro de los primeros seis meses de vida para detectar compromiso ocular -retina, nervio óptico, etc.- de manera a intentar que el daño no progrese, en caso de que existiera alteración.
Si el niño nace sano, sin ninguna complicación, su primera consulta oftalmológica puede realizarse entre los seis a 12 meses. Los controles posteriores dependerán de los resultados de la primera evaluación.