El hach es uno de los cinco pilares del islam que cada musulmán con recursos suficientes debe cumplir al menos una vez en la vida.
Sin embardo, a raíz de la pandemia de coronavirus, desde 2020 las autoridades sauditas habían limitado el número de visitantes, elevando progresivamente la cuota de peregrinos hasta casi un millón en 2022.
Cuna del islam, la rica monarquía del Golfo, que alberga los lugares más sagrados de esta religión, levantó este año las restricciones sanitarias en cuanto a número y edad de los peregrinos, aunque no la exigencia de vacunación, según reportó la agencia AFP.
«Más de dos millones de peregrinos vendrán de más de 160 países para la mayor congregación musulmana de la historia», celebró el ministro saudita encargado del hach, Tawfiq al Rabiah, en un video difundido por Twitter.
En 2019, antes de la pandemia, alrededor de 2,5 millones de musulmanes habían sido parte de la peregrinación.
En los últimos meses, el reino acogía ya sin restricciones a los fieles que realizaban la omra, o la «pequeña peregrinación» de La Meca, que se puede hacer en cualquier momento del año.
Para el hach anual, las calles de la ciudad santa ya están repletas. Los hombres, en su mayoría, lucen el ihram, consistente en dos mantos de tejido blanco que envuelven el cuerpo.
Souad bin Oueis, una marroquí de 60 años, afirmó tener «un sentimiento extraño, mezcla muchas emociones» con la inminencia de la gran peregrinación.
«Es la primera vez que hago el hach después de todos estos años. ¡Que Dios nos facilite las cosas!», afirmó en diálogo con la agencia AFP.
Después del petróleo, el turismo supone una fuente de ingresos esencial para Arabia Saudita. Antes de la pandemia, el hach y la omra aportaban alrededor de 12.000 millones de dólares anuales.
Cada vez más preocupada por diversificar su economía más allá del oro negro, la monarquía aspira a más y quiere acoger 30 millones de peregrinos de aquí a 2030.
Para Riad representa también «una importante fuente de prestigio en el mundo musulmán», afirma Umar Karim, especialista en Arabia Saudita en la Universidad de Birmingham en Reino Unido.
Pero el hach representa también un «reto» logístico «que va desde la gestión de la multitud al control sanitario, pasando por la instalación de albergues adecuados para una afluencia tan masiva», dice este investigador a la AFP.
La historia de esta peregrinación está marcada por varios dramas, incluidas varias estampidas mortales. Pero, desde 2015, no se ha producido ningún incidente mayor.
Las temperaturas elevadas en una de las regiones más cálidas del mundo representan también un desafío cada vez mayor, por lo que las autoridades desplegaron numerosos centros sanitarios y 32.000 trabajadores de ambulancias.
A lo largo de los años, el gobierno también desarrolló infraestructuras y mecanismos para hacer más fluido el paso de peregrinos.
Una de ellas es la iniciativa «Makkah Route» (La ruta de La Meca), lanzada en 2019.
Gracias a ella, al descender del avión, los fieles son conducidos en autobús directamente desde la pista a sus hoteles, donde recibirán los equipajes.
Esto permite a los visitantes «arreglar todos los procedimientos vinculados al equipaje, a la salud y a los visados en el país de origen», explica a la AFP el teniente general Suleiman al Yahia, del ministerio de Interior.
Según el funcionario, «cuando el peregrino embarca en el avión, es como si tomara un vuelo interno».
En el corazón de la Gran Mezquita de La Meca, algunos peregrinos ya comenzaron sus circunvalaciones alrededor de la Kaaba, una estructura cúbica negra hacia la que rezan los musulmanes de todo el mundo.
El lunes se dirigirán a Mina, a unos 5 kilómetros de la Gran Mezquita, antes de ascender al monte Arafat al día siguiente.
Con información de Agencia Télam.