“El problema es más complejo que solamente la idea de que el hombre debe entender que la mujer no es de su propiedad ni algo de lo que él pueda disponer. Es un modelo cultural: la mujer como ama de casa, responsable del hogar y, al mismo tiempo, el hombre como el sostén, la fuerza. Todo esto refuerza un modelo violento de hombre”, dijo Recalde en contacto con Nuestra Mañana a través de Unión TV y radio La Unión.
Citó que en los barrios populares aún es muy común la “fundamentación” de la violencia ejercida por el hombre sobre la mujer. “Siempre se escucha ‘ella luego le quiso dejar’, ‘ella le dejó y enseguida luego tuvo otro’. Tenemos ese doble mensaje que culturalmente reforzamos, que todavía justifica que la mujer no pueda rehacer su vida, que la mujer no es una propiedad, que es libre de ejercer su tiempo, su deseo, su afecto. Esto hace que el hombre crea que él es el único y último que pueda darse el gusto de estar con ella y que ella no sea capaz de tomar decisiones personales”, expresó.
Para comenzar a esta problemática social, se debe comenzar por que el sistema de justicia lleve adelante un programa de rehabilitación social “de al menos los casos que llegan a denuncia, juicio u orden de alejamiento”. “Esa persona ya debe comenzar su proceso de reconstrucción (…) El hombre violento no es feliz (…) No se debe esperar a que llegue a la cárcel, donde sabemos que nada bueno ni nuevo va a aprender. O si vuelve a su entorno familiar así, nadie le va a reprender por lo que hizo. Nuestro sistema judicial no funciona en la prevención, por eso no podemos esperar a llegar a eso”, afirmó la especialista.
En cuanto a cómo proceder para que la mujer se deje de una “relación tóxica” que podría poner su vida en peligro, expuso que “lo ideal es que el entorno familiar y/o afectivo sea firme y consistente, reforzando el mensaje de que ella no tiene por qué soportar nada”.