“Como se ha visto en todo el ámbito de la delincuencia cibernética, cada acto, ya sean fraudes, retos, sextorsiones… Son actos que se han cometido en otros países y que ya vienen sucediendo en nuestro país. Entonces, al ver el uso indiscriminado de estos aparatos sin ningún control y de todo lo que es el acceso a internet por parte de las personas y por sobre todo de nuestros niños y adolescentes, nos genera mucha preocupación porque principalmente nos falta educación en el uso de la tecnología y toda la información que consumen”, expresó Alarcón en diálogo con Todas Las Voces a través de La Unión.
Indicó que todo debe comenzar en la casa, con el acompañamiento que deben darle los adultos a los niños. “En ese punto estamos debilitados”, aseveró el jefe policial. Sobre ese aspecto, comentó que esto no se produce estrictamente porque los padres o encargados no quieran, sino también ocurre por desconocimiento. El comisario aclaró que “la cuestión no es quitarles los teléfonos a nuestros hijos”, sino de establecer “pautas básicas de conducta”. “Como ese peligro no es tangible, entonces aún no generamos esa conducta de seguridad (…) tenemos que tener en cuenta el horario de uso del internet, el dispositivo a ser usado, los videojuegos, las redes sociales que serán utilizadas”.
Añadió que los adultos deben aprender a “darle el espacio al niño o adolescente, pero de acuerdo a su edad”. “Si yo le voy a dar un teléfono a mi hijo, tengo que tener la seguridad de filtrarle los contenidos de acuerdo a su edad”, enfatizó Alarcón.
En cuanto a los videojuegos específicamente, haciendo referencia a algunos que incluyen eliminar personajes con armas desde vista en primera persona, el jefe explicó que no son precisamente los videojuegos los que implican peligro.
“La mayoría de esos juegos son ‘en línea’ (conectados a internet) y se juega con otros usuarios. Aparte de que el juego es muy influyente en la violencia que ejerce, el peligro es que, cuando uno de esos usuarios que está del otro lado contacta con el niño, pueda llevarle a una conversación privada y le pueda estar dando ‘instrucciones’ para que vaya cumpliendo. Si bien parece un juego, le va a empezar a pedir que cumpla ciertos retos y luego hasta podría llegar el momento en que le va a decir que tiene que autoeliminarse o hacer cierta cosa en una institución educativa o en un centro comercial. La interactuación que generan estos juegos es lo que vuelve más peligroso”, explicó Alarcón.