Miles de personas volvieron el jueves a las calles de varias ciudades de Brasil para protestar contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva durante su toma de posesión como ministro y exigieron la destitución de la mandataria Dilma Rousseff, cuya popularidad se encuentra en niveles mínimos. Apenas 40 minutos del acto, un juez impidió la designación.
Lula, sobre quien pesan sospechas de corrupción, fue nombrado la víspera titular de la cartera de la Presidencia, el ministerio más poderoso del gabinete, y a su designación siguió una tormenta política, ahondada por la divulgación de unos audios que sugieren que Rousseff trató de evitar una posible detención de su antecesor. Tan grave fue que el juez federal de Brasilia, Itagiba Catta Pretta Neto, arruinó la fiesta de asunción menos de una hora después de que el ex presidente estampara su firma en el acta que lo nombra como jefe de la Casa Civil.
En San Pablo, los manifestantes, que el miércoles protagonizaron otro episodio de rechazo al Gobierno, regresaron esta mañana a la céntrica Avenida Paulista con banderas de Brasil, cacerolas y camisas negras, una consigna para simbolizar el estado de “luto” del país.
Los participantes corearon lemas como “nuestra bandera nunca será roja”, en referencia al color que identifica al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), o “si Dilma no renuncia, el país parará”. También dieron muestras de apoyo al juez Sergio Moro, responsable de las investigaciones sobre la trama de corrupción de Petrobras, que salpican a Lula, investigado por enriquecimiento ilícito, blanqueo de dinero y falsificación de documentos.