El 3 de diciembre pasado selló el comienzo del fin del peor año en las vidas de los ‘Señores del fútbol’ en América.
Ese jueves la justicia federal de Estados Unidos inculpó a otros 16 altos dirigentes o exdirigentes de la FIFA y asociaciones nacionales por el caso de corrupción que sacude a la organización.
Entre ellos fueron detenidos en Zúrich por orden de la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, el paraguayo Juan Ángel Napout, presidente de la Confederación Sudamericana (Conmebol); así como el hondureño Alfredo Hawit, presidente interino de la Confederación Norte, Centroamérica y el Caribe (Concacaf).
También el presidente de la Confederación Brasileña (CBF), Marco Polo del Nero; el expresidente de esa entidad Ricardo Teixeira; el titular de la federación ecuatoriana Luis Chiriboga; así como Eduardo Deluca, quien fue secretario general de la Conmebol.
Texeira condujo la CBF desde 1989 hasta 2012, mientras Deluca tuvo también alto cargo en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
Ambos fueron muy cercanos a dos patriarcas del fútbol de Brasil y Argentina, Joao Havelange y Julio Grondona, respectivamente.
En el acta de acusación ante la justicia federal de Brooklyn (Nueva York), que incluye un total de 92 cargos, también fueron incluidos el argentino José Luis Meiszner, por entonces secretario de la Conmebol, además de expresidentes de las federaciones de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y Bolivia.
Como fichas de dominó cayeron un juez del Tribunal de Constitucionalidad de Guatemala y Rafael Callejas, expresidente de Honduras (1990-1994); Manuel Burga, quien presidió la Federación Peruana y su colega Carlos Chávez, de la Federación Boliviana.
La acusación formal de la justicia estadounidense incluye, entre otros, delitos relacionados con el crimen organizado, fraude electrónico y conspiración para lavar dinero.
Los acusados, muchos de ellos pedidos en extradición, están siendo procesados por un esquema de enriquecimiento ilícito de 24 años a través de actos de corrupción en el fútbol internacional.
Hay indicios de que los sospechosos solicitaron y recibieron más de 200 millones de dólares en sobornos y comisiones ilegales para vender derechos de comercialización de torneos internacionales de fútbol y partidos, entre otros negocios.
“No contentos con secuestrar el deporte más popular del mundo por décadas con ganancias ilícitas, estos acusados trataron de institucionalizar su corrupción para asegurarse de que podían vivir de ella, no por el bien del juego, sino para su propio”, manifestó ese 3 de diciembre la fiscal Lynch.
Napout, de 57 años, presidía la Conmebol desde 2014 y Hawitt, de 64, ocupaba el cargo de presidente interino de la Concacaf desde el arresto del titular, el costarricense Eduardo Li, en mayo, cuando la fiscal Lynch desató el primer ‘tsunami’ que estremeció la estructura del fútbol mundial con epicentro en Zúrich, la sede de la FIFA.
Ciento noventa días antes de aquél 3 de diciembre, las autoridades suizas comenzaron una operación en el mismo hotel donde fueron arrestados Napout y Hawit que terminó con el arresto de catorce personas que acudían al Congreso Anual de la FIFA.
Ese 27 de mayo fueron detenidos con cargos de corrupción, fraude, lavado de dinero, extorsión y sobornos siete dirigentes americanos, varios de ellos miembros del Comité ejecutivo de la FIFA.
Entre los capturados, el caimanés Jeffrey Webb, vicepresidente del Comité ejecutivo; el uruguayo Eugenio Figueredo, quien llevaba poco tiempo como presidente de la Conmebol; así como el trinitense Jack Warner, vicepresidente de la FIFA y presidente de la Concacaf.
También fueron arrestados José Maria Marin, expresidente de la CBF y líder de la organización del Mundial de Brasil; el presidente de la Federación Venezolana durante 28 años, Rafael Esquivel, así como el de la Federación Costarricense Eduardo Li.
En la operación fueron imputados Julio Rocha, expresidente de la Federación Nicaragüense; y el griego Costas Takkas, ex secretario general de la Federación de Fútbol de Islas Caimán.
Ocho de los acusados ya se declararon culpables, entre ellos Webb, quien aceptó la confiscación de 6,7 millones de dólares.
Admitieron cargos en su contra los expresidentes de las federaciones chilena y colombiana de fútbol, Sergio Jadue y Luis Bedoya, además de los ya procesados empresarios, el argentino Alejandro Burzaco y el brasileño José Margulies.
La Cámara de Instrucción del Comité de Ética de la FIFA solicitó el 18 de febrero la “suspensión a perpetuidad de cualquier actividad relacionada con el fútbol” para Bedoya y Jadue, una sanción debe ser ratificada ahora por la Cámara de Enjuiciamiento presidida por el magistrado alemán Hans-Joachim Eckert.
El 26 de enero, por decisión unánime de los diez países que componen la Conmebol, fue proclamado como su presidente el paraguayo Alejandro Domínguez. La Concacaf, que agrupa a 41 asociaciones nacionales de fútbol, tiene vacante su presidencia.
Ambas confederaciones, junto con Estados Unidos, celebrarán en diez ciudades de ese país del 3 al 26 de junio la edición especial de la Copa América, que conmemora el centenario de fundación del torneo de selecciones más antiguo del mundo.
EFE