El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, ha anunciado por sorpresa que ha firmado un acuerdo con los líderes de Azerbaiyán y Rusia para poner fin al conflicto militar en la región de Nagorno Karabaj. El acuerdo llega después de sustanciales avances de Azerbaiyán.
“El texto de la declaración es muy doloroso, personalmente para mí y para nuestro pueblo. Tomé esta decisión tras un profundo análisis de la situación militar y una valoración de personas que tienen un mayor dominio de la situación”, escribió en su cuenta de Facebook.
Según el pacto firmado, Azerbaiyán y Armenia se quedarán en las posiciones ya tomadas, informa el canal ruso RT. El acuerdo entra en vigor el martes 10 después de más de un mes de combates. En un discurso televisado, el presidente ruso, Vladimir Putin, habló sobre los acuerdos alcanzados: el regreso de los desplazados internos y los refugiados al territorio de Nagorno Karabaj y áreas adyacentes bajo el control del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Hay previsto un intercambio de prisioneros de guerra y también de cadáveres.
El control de las comunicaciones y del transporte se llevará a cabo con la asistencia de las autoridades de la guardia de fronteras de Rusia, que tendrá un papel relevante garantizando el alto el fuego. “Un contingente de mantenimiento de la paz de la Federación de Rusia se va a ir desplegando a lo largo de la línea de contacto en Nagorno Karabaj y a lo largo del corredor que conecta Nagorno Karabaj con la República de Armenia”, dijo Putin.
Sin un retroceso azerí, Armenia pierde territorios. Pero con el acuerdo conserva su carretera, el cordón umbilical que le conecta con la autoproclamada república de Karabaj, donde los armenios son mayoría.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, indicó que Rusia y Turquía asumirán conjuntamente la misión de mantener la paz en la zona. “La declaración trilateral firmada se convertirá en un punto crucial en la solución del conflicto”, dijo en una reunión online televisada con el presidente ruso Vladimir Putin.
Las fuerzas armadas de Azerbaiyán y los separatistas armenios se enfrentan desde finales de septiembre por el control de Nagorno Karabaj, región secesionista apoyada por Armenia y que lleva fuera del control de Azerbaiyán desde los años 90, cuando los armenios pasaron a controlarla tras una guerra que dejó 30.000 muertos.
Esta declaración se ha producido tras seis semanas de intensos combates. Pero también ante los avances de las fuerzas de Azerbaiyán, que hicieron a los armenios asomarse al abismo de perder todo Karabaj ante unos azeríes con un ejército reforzado y con el apoyo descarado de los turcos. Moscú, aliado natural de Armenia, se ha mantenido al margen en el plano militar.
Bakú presumió el lunes de que se había apoderado de decenas de asentamientos más en Nagorno Karabaj. El domingo Azerbaiyán había proclamado su victoria en la batalla por la segunda ciudad más grande del enclave, Shusha. Armenia desmintió que esa estratégica localidad (está situada en lo alto de una montaña, que le sirve de punto de apoyo para nuevos ataques) hubiera caído en manos de Azerbaiyán. Los armenios hasta hace unas horas decían que resistirían “a los golpes del enemigo a pesar de las fuertes destrucciones”. Pero un portavoz de la presidencia de la república autoproclamada de Nagorno Karabaj había anunciado el mismo lunes en Facebook que la ciudad ya no estaba bajo control armenio y que “el enemigo se acerca a Stepanakert”, la capital de la región.
Tras anunciarse el acuerdo, Arayik Harutyunyan, el líder de la región de Nagorno Karabaj, abogó por “terminar la guerra lo antes posible”, según Reuters.
Con información de EL MUNDO.