“Esta noche reflexiono sobre su lucha, su determinación y la fuerza de su visión para ver qué lastres pueden eliminarse”, afirmó Harris, que llevaba un traje blanco en homenaje al sufragio femenino. Harris describió como un testamento el carácter del presidente electo Joe Biden que “tuvo la audacia de romper una de las barreras más sustanciales que existen en nuestro país y escoger a una mujer como su vicepresidenta”.
“Aunque yo quizá pueda ser la primera mujer en este cargo, no seré la última”, aseguró Harris en su primer discurso poselectoral ante la nación.
La senadora de California, de 56 años, también la primera persona de ascendencia surasiática elegida a la vicepresidencia, representa el multiculturalismo que define a Estados Unidos pero que está ausente en gran medida de los centros de poder en Washington.
Su identidad negra le ha permitido hablar de manera muy personal durante un año de protestas contra la brutalidad policial y el racismo sistémico. Siendo la mujer que ha alcanzado el puesto de elección popular de mayor rango en la historia del gobierno estadounidense, su victoria brinda esperanzas a las mujeres frustradas por la derrota de Hillary Clinton hace cuatro años.
Harris dijo a los niños que “sueñen con ambición, lideren con convicción y véanse en una forma simplemente imposible para los demás porque nunca la han visto antes”.
Después del discurso de Biden, Harris fue acompañada por su familia, incluidas sus dos nietas que estaban vestidas de blanco.
Harris era una estrella ascendente en el Partido Demócrata durante dos décadas. Fue fiscal de San Francisco y secretaria de Justicia de California antes de convertirse en senadora federal. Cuando puso fin a su campaña presidencial en las primarias demócratas de 2020, Joe Biden le pidió que fuera su compañera de fórmula. Prestarán juramento como presidente y vicepresidenta el 20 de enero.
Con frecuencia Harris presentó su candidatura como parte un legado de precursoras negras, entre ellas la docente Mary McLeod Bethune, la activista por los derechos civiles Fannie Lou Hamer y la legisladora Shirley Chisholm, la primera aspirante negra en buscar la candidatura presidencial por uno de los partidos principales, en 1972.
Harris hizo un reconocimiento a las mujeres negras “que muy a menudo son ignoradas pero que muy a menudo muestran que son la columna vertebral de nuestra democracia.
A pesar de la emoción generada por su elección, Harris y Biden enfrentan retos enormes, como una pandemia que se ha cobrado un número desproporcionado de víctimas negras y la profundización de las tensiones raciales debido a una serie de homicidios de afroestadounidenses a manos de la policía. Su trayectoria como fiscal suscita escepticismo entre los votantes progresistas y los jóvenes que esperan apoye radicales cambios institucionales en lugar de reformas graduales en la policía, las políticas sobre drogas y otros problemas.
Harris nació en 1964, hija de dos activistas del movimiento por los derechos civiles. Shyamala Gopalan, de la India, y el jamaiquino Donald Harris se conocieron en la Universidad de California, campus de Berkeley, un centro del activismo de la década de 1960. Se divorciaron cuando Harris y su hermana eran pequeñas, y Harris fue criada por su madre, luego difunta, a quien considera la influencia más importante en su vida.
Su nombre significa “Flor de Loto” en sánscrito. Varios republicanos, incluido Trump, se habían mofado de su nombre, y ése no es el único ataque que ha sufrido. Trump y sus aliados intentaron retratarla como una extremista y socialista, a pesar de su trayectoria centrista. Una campaña racista y sexista en línea trató de poner en duda sus méritos para ocupar un puesto tan elevado.
Con información de The Associated Press.