El cese del fuego, que fue anunciado el sábado y entró en vigencia a la medianoche, es el segundo intento de acallar los cañones desde el estallido de combates el 27 de septiembre.
Los combates y cañoneos han matado a cientos de personas —tanto combatientes como civiles— y es el peor brote violencia en torno a la región en más de un cuarto de siglo.
Los combates —con artillería pesada, cohetes y drones— han continuado pese al clamor mundial de que cesen las hostilidades. Está aumentando la posibilidad de un conflicto más amplio que involucre a Rusia y a Turquía e interrumpa el flujo de petróleo en el mar Caspio.
Los militares armenios reportaron el domingo ataques de artillería y misiles por parte de las fuerzas azerbaiyanas durante la noche. Por la mañana “el enemigo lanzó un ataque en dirección sur” y “hubo bajas en ambos bandos”, informó la vocera del Ministerio de Defensa de Armenia, Shushan Stepanian.
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán denunció que las fuerzas armenias usaron morteros y artillería durante la noche y en la mañana lanzaron ataques en varias direcciones. Acusó a las fuerzas armenias de usar armas de grueso calibre al atacar dos regiones al norte de Nagorno-Karabaj. Los militares armenios rechazaron las acusaciones.
Los militares azerbaiyanos además reportaron haber derribado un avión Su-25 armenio “que intentó bombardear posiciones del ejército azerbaiyano en la zona de Jabrayil”. La vocera Stepanian calificó de falso ese reporte.
Nagorno-Karabaj está en Azerbaiyán pero ha estado bajo control de fuerzas de etnia armenia desde el fin de una guerra allí en 1994.
De acuerdo con funcionarios de Nagorno-Karabaj, 673 de sus hombres han muerto en el conflicto. Azerbaiyán no ha dado un parte de sus bajas militares, pero dice que 60 civiles han fallecido y 270 han resultado heridos.
Turquía respalda a Azerbaiyán en este conflicto y ha prometido ayudarla a retornar territorios perdidos.
Con información de The Associated Press.