17 personas y los 3 agresores murieron en los tres días de ataques ocurridos en enero de 2015. Meses más tarde, otra red de milicianos franceses y belgas del Estado Islámico mataron a 130 personas en ataques a la sala de conciertos Bataclan, el estadio nacional y en bares y restaurantes.
Los procesados en el tribunal de crímenes terroristas están acusados de comprar armas y autos, además de ayudar con la logística de los ataques de enero de 2015. La mayoría dicen que creían ayudar a planear un delito común. Tres, incluida la mujer, son juzgados en ausencia luego de partir de Francia para sumarse al grupo Estado Islámico.
“El juicio establecerá y confirmará que los dos ataques fueron coordinados. Uno fue un ataque a la libertad de expresión y el otro contra judíos por ser judíos”, dijo François Hollande, entonces presidente francés, a la radio RTL.
Los ataques del 7 al 9 de enero de 2015 comenzaron durante una reunión editorial en las oficinas de Charlie Hebdo, que tenían guardia policial desde la publicación de caricaturas del profeta Mahoma años antes. Los hermanos Cherif y Said Kouachi mataron a 12 personas para luego huir en un automóvil robado. Dijeron que actuaban en nombre de Al Qaeda.
Dos días después, en vísperas del sabat judío, Amedy Coulibaly irrumpió en el supermercado Hyper Cacher donde mató a cuatro rehenes e invocó al grupo Estado Islámico al tiempo que los hermanos Kouachi tomaban una imprenta en las afueras de París. La policía mató a los tres en ataques casi simultáneos.
Días después los investigadores descubrieron que Coulibaly era responsable del asesinato aparentemente no relacionado de una joven policía el día anterior.
En las semanas siguientes se desbarató la red de delincuentes comunes que vinculaban a los tres agresores. Para entonces, Hayat Boumedienne, la esposa de Coulibaly, había partido a Siria con ayuda de dos hermanos también acusados en el caso. La mayoría de los 11 que comparecerán aseguran que su ayuda fue involuntaria.
El juicio del miércoles comenzó bajo medidas estrictas de seguridad, con controles policiales en la sala del tribunal y salas adyacentes. En los quioscos cercanos se exhibía la última edición de Charlie Hebdo, que volvió a imprimir las caricaturas del profeta Mahoma citadas por los agresores.
Con información de The Associated Press.