El lunes se reportó el mayor número de nuevos contagios diarios hasta el momento con 1.540, lo que acercó a la nación centroamericana a los 50.000 casos y 1.000 fallecimientos. El 43% de 3.590 pruebas realizadas fueron positivas.
“Este porcentaje elevado de pruebas positivas es una mala noticia porque significa que todavía tenemos un importante porcentaje de personas positivas que probablemente son asintomáticas. No las hemos detectado, no guardan las medidas de protección personal y, sin saberlo, andan esparciendo el virus en las calles, en sus trabajos y en sus casas”, apuntó el doctor Jorge Prosperi, exrepresentante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Ecuador, Nicaragua y Costa Rica.
Panamá se convirtió en los últimos días en el segundo país con más casos de COVID-19 por cada 100.000 habitantes de América Latina después de Chile, según la OPS. En contraste, su tasa de letalidad ronda casi el 2,0%, una de las más bajas de la región, destacaron las autoridades.
El investigador e infectólogo panameño Xavier Sáenz-Llorens dijo que “los indicadores epidemiológicos actuales revelan alta probabilidad de colapso (en hospitales) en las provincias de Panamá y Chiriquí”, fronteriza con Costa Rica y que enfrenta un auge de contagios.
El gobierno admite que la situación es grave y ha dicho que evalúa el pedido de gremios médicos de retornar a una cuarentena total por algunas semanas en las provincias de Panamá, incluida la capital, y la colindante Panamá Oeste, donde vive casi la mitad de los 4,5 millones de habitantes del país y los contagios se multiplican y presionan al ya agotado sistema sanitario.
Estas dos provincias habían regresado a un confinamiento con salidas para hacer compras necesarias el 8 de junio apenas una semana después de que se levantó la cuarentena en todo el país y se reactivó un segundo bloque de actividades que incluyó parcialmente la construcción y otras industrias, lo que empujó a más gente a las calles y al transporte público.
No está claro si el gobierno echaría para atrás los dos primeros bloques en las zonas más infectadas, algo que demandan médicos pero que no comparten sectores económicos. Panamá, que hace apenas una década lideró el crecimiento en Latinoamérica, proyecta este año una caída de 2,0% o más en su economía debido al coronavirus.
Los expertos atribuyen el repunte de los casos a la reapertura gradual de las actividades y a que las autoridades probablemente no estaban preparadas con suficientes pruebas y personal para rastrear los contactos de los casos positivos en ese momento. Los contagios se dispararon entonces en los barrios más populosos y necesitados, donde también mucha gente evade las restricciones vigentes.
Ahora las autoridades se concentran en hacer la mayor cantidad de pruebas casa por casa en esos vecindarios, aislar a los enfermos y dar con sus contactos, al tiempo en que el gobierno busca contratar más médicos y habilitar más espacios para atender a los infectados.
“Cualquier medida de mitigación debe estar acompañada de asistencia social y económica contundente a la gente de los barrios más activos; aislar en albergues, hoteles, gimnasios, estadios para evitar contagio domiciliario, testar también a contactos asintomáticos, aumentar recurso humano, habilitar más camas”, recomendó Sáenz-Llorens.
Hasta el lunes Panamá acumulaba 47.173 casos, 932 decesos y 23.919 pacientes recuperados. Más de 21.000 personas se encuentran en aislamiento domiciliario y más de 1.100 están hospitalizadas, de las cuales 159 se encuentran en unidades de cuidados intensivos, el doble que hace algo más de un mes.
Con información de The Associated Press.